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sábado, 13 de marzo de 2010

DESPEDIDA EN VALLADOLID




Hoy 12 de Marzo de 2010.
Buenos días madre: Acudo puntualmente a mi cita contigo: Escribirte una carta todas las semanas. En ésta, debido a los acontecimientos ocurridos, lo hago por partida doble.

Me acaba de llamar Mary Nery, mañana se van de viaje, ha sido el santo de su madre, y el domingo se reúne toda la familia en su pueblo, ¡qué envidia me dan!

Si tu estuvieras aquí, madre mía, celebraríamos tu llegada, tu santo y todo lo que hubiera que celebrar, con bombo y platillos, ¿recuerdas como te gustaba hacer y recibir regalos? Había en tu cara tanto agradecimiento, que mismo invitabas a obsequiarte con regularidad, además, el mínimo detalle, te hacía ilusión, lo valorabas como si fuera una joya.


El día que fui a tu casa, he visto tu colección de cajitas. Cada vez que tus nietos iban de viaje, te traían una, y, cuando lo hacíamos nosotros, tú te comprabas algún detalle para tener un recuerdo del sitio visitado y yo buscaba dedales bonitos para tu otra colección de miniaturas, ¡qué tiempos, madre!


Hay veces que, recordándolo, me parece que no fue real, que todo es producto de un sueño, de esos sueños bonitos que te vienen a la memoria al día siguiente, al levantarte, y no puedes por menos que sonreír de felicidad.


Me imagino que ya te habrás enterado, hoy, en todas las cadenas de televisión, daban la triste noticia del fallecimiento de Miguel Delibes.


Valladolid está de luto, en realidad toda España, y fuera de ella, todas aquellas personas que se hayan acercado, de una forma u otra, a su obra.


En la Plaza Mayor de Valladolid, en el Ayuntamiento, han colocado la Capilla Ardiente, y la gente, amigos y admiradores, formaban, pacientemente, colas interminables para manifestar sus condolencias, para darle su último adiós. Me lo contaba esta tarde, por teléfono, una amiga vallisoletana.
Yo siento mucho su muerte, y el que ya no pueda seguir deleitándonos con sus descripciones y esa pasión que ponía en sus novelas.
Recuerdo, que las primeras que leí, de esto hace ya muchos años: Mi idolatrado hijo Sisi, La sombra del ciprés es alargada y Los santos inocentes, me descubrieron que, bajo esa apariencia de hombre serio y hermético, había un corazón sensible y bondadoso.


Otras, lograron hacerme reír, en este momento me viene a la memoria La guerra de nuestros antepasados, la estaba leyendo de madrugada, todo, a mi alrededor, estaba en el más absoluto silencio, mi marido, a mi lado, dormía plácidamente, y yo, inconscientemente, solté la carcajada, no pude reprimirla, le desperté.


D. E. P. Miguel Delibes, deseo, de corazón, que el viaje sin retorno que acabas de iniciar, te lleve con los tuyos y puedas contarles, con todo lujo de detalles, que, a los que todavía aquí quedamos, nos has dejado tantos recuerdos, a través de tus novelas, que nunca podremos olvidarte.
Lo mismo ocurrirá con las generaciones venideras, siempre hablarán del gran escritor, de D. Miguel Delibes Setién.


A partir de este momento, la ciudad de Valladolid, quedará unida a su memoria.
Máriel ha llegado de viaje, a última hora de la tarde. Nos ha traído unas pastas buenísimas y magdalenas para todos sus sobrinos.


Son las dos de la madrugada, es hora de irme a dormir ¿te parece?
En la próxima, te contaré más cosas, deseo no sean tan tristes.


Hasta entonces, recibe un abrazo muy fuerte junto con el cariñín de tu hija.


Kasioles

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