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sábado, 20 de febrero de 2010

SEGUNDA CARTA DE KASIOLES A SU MADRE


Madre, ¡qué lejos estás! Hoy me he acordado mucho de ti.
Hemos ido a comer a casa de Lucho, su salón es mucho más grande que el mío y además lo tiene todo preparado para poder hacer la paella típica de los domingos, la que a ti te gusta, la de mariscos.
Yo llevé todo el sofrito preparado de casa y en 20 minutos ya estaba lista para comer.
Por si la quieres hacer, te voy a ir recordando, paso a paso, como la preparé.
Primero hay que limpiar y trocear unos calamares o chipirones. Pongo en una cazuela un poco de aceite, dejo calentar y añado dos dientes de ajo fileteados, dejo que tomen color e incorporo cebolla, pimiento rojo y verde, todo troceado, rehogo bien, añado los calamares troceados, sigo rehogando, le pongo una hoja de laurel, una pastilla de caldo de pescado y lo riego todo con una copa de vino blanco y otra de agua, dejo pochar lentamente hasta que los calamares están tiernos, hay que tener paciencia, tardarán un tiempo hasta que los calamares ablanden. Como se evaporará el líquido, hay que añadir a partes iguales vino y agua. Cuando están, se retiran y reservan sin la hoja de laurel.
Este sofrito constituye la base de la paella. El resto dependerá de lo que se tenga en el frigorífico o del presupuesto disponible para ir a comprarlo.
Yo tenía en el congelador, me había sobrado de las compras de Navidad, unas cigalas, almejas, langostinos y mejillones (sin sus cáscaras y con el líquido que han soltado al abrirse al vapor). Los saqué por la mañana para que se fueran descongelando.
Cocí 3 huevos durante 10 minutos, pelé y reservé.
Cuando llegamos a casa de Lucho, lo primero que hice fue poner la paellera sobre el aro redondo lleno de agujeritos (para la ocasión, lo conecta a una bombona de butano), puse un poco de aceite en ella y le eché un diente de ajo muy picadito, esperé a que tomase un poco de color y rápidamente añadí, bien extendidos, las cigalas y langostinos, les di la vuelta con un tenedor de madera y cuando cambian de color, se retiran a una fuente y se reservan.
Poner en un bol, con agua y sal, las almejas para que vayan soltando la tierra. Reservar.
En el jugo sobrante de haber salteado los mariscos, eché el sofrito de calamares y verduras, lo rehogué e incorporé el arroz (se recomiendan unos 90 gramos por persona), para ti, madre, con una tacita pequeña es suficiente.
Mezclé y rehogué el arroz con el sofrito, añadí un poco de azafrán (de no tenerlo, colorante sirve) y caldo de pescado que Mary Nery tenía ya preparado. Rectificar el punto de sal.
Según la clase de arroz que se utilice, por regla general se aconseja poner el doble de caldo o agua que de arroz, la práctica, muchas veces, no se ciñe a la teoría y yo he echado, por cada medida de arroz, dos y media de caldo de pescado. Al principio lo puse a fuego fuerte, pasados 7 u 8 minutos, bajé el fuego y dejé se fuese cociendo el arroz. En total deberá tardar en hacerse de 18 a 20 minutos. Cuando le faltan 5 minutos para estar en su punto, fui añadiendo y colocando de forma armoniosa, las cigalas, los langostinos, los mejillones, las almejas y los huevos cocidos cortados en rodajas.
Mientras tomábamos unos entrantes, la paella reposó y al llegar a la mesa, olorosa y humeante, estaba para comérsela.
Todos coincidimos al decir que estaba buenísima. Lucho y Mary Nery le hicieron una foto.
Cambiando de tema, te diré que el viernes he asistido a mi primera clase de Informática, tengo que aprender para poderme meter en este mundillo de ordenadores sin tener que enviar SOS constantemente a los que me rodean.
Nos han enseñado a mover el ratón, el mío debe ser hiperactivo, se me sale a cada momento de la pantalla (se llama escritorio), pero con paciencia, tengo que reconducirlo. Me he pasado la mayor parte de la clase, corriendo detrás de él.
Pero en hora y media de duración, da tiempo para todo. La profesora nos mandó entrar en un programa de juegos, creo había que pulsar INICIO, luego PROGRAMA y ACCESORIOS, esto te llevaba a una serie de juegos y picando (se dice haciendo clic) en solitarios, te salían cartas de la baraja francesa.
En mi vida he hecho un solitario. Yo recordaba cuando tu, madre mía, los hacías para distraerte, con gran agilidad, pero utilizabas una baraja española.
Para colmo de males, mi baraja era francesa y si a esto añades que no conozco las cartas y el ratoncito se me escapa… ¿Cómo crees que tu hija iba a poder mover las cartas para hacer el solitario?
Me pasé el tiempo persiguiéndolas y cuando al fin, toda contenta, había logrado cambiar una de lugar, ella sola se volvía a colocar en el sitio de inicio, se escapaba como si tuviera una goma elástica que al soltarla se encoge rápidamente. Así, entre estira y afloja, logré, por casualidad, ir cogiéndole el tranquillo, por lo menos las cartas, aunque no todas, se quedaban en el sitio donde las colocaba.
Después me enteré que había que ponerlas alternando los colores (rojo, negro, rojo etc) y en orden descendente (k, q, j, 10, 9, 8, 7 así sucesivamente). Ahora me doy cuenta por qué se marchaban disparadas a su posición inicial, mismamente parecía como si les dieran una descarga eléctrica ¡ y si supieras el trabajo que me costaba desplazarlas ¡.
Demás está el decirte, querida madre, que pese al frío (el otro día estaba helando), me pasé la clase sudando, es como si fuese yo la que formase parte de un maratón, entre perseguir al ratón y tirar de la carta, me pasé la clase corriendo.
Hasta el próximo viernes no vuelvo a tener Informática, necesito recuperarme y hacer prácticas en casa, donde nadie me vea.
Hoy te he escrito una carta más larga de lo normal, espero hacerte reír un poco.
Hasta pronto, en otra te contaré más cosas.

Te envío un abrazo muy fuerte junto con el cariño de toda la familia. Te queremos tanto….. Otro abrazo. Kasioles