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sábado, 23 de julio de 2011

TIRANDO LO ACUMULADO DURANTE AÑOS

Querida madre: ¡Qué rápido se me ha pasado esta semana!

Estamos haciendo limpieza en el garaje del chalé.

Recordarás que, menos al coche, allí dábamos cobijo a todo.
Llega un momento en que hay que dejar los sentimentalismos a un lado y ser prácticos.

Anthony siempre me decía que no guardara, que al final siempre acababa todo en la basura o llevándolo a un punto limpio ¡cuánta razón tiene!

Ahora está feliz haciendo hueco y tirando todo lo que le molesta.

Lucho nos está ayudando, ha hecho dos viajes llevando espejos, alfombras, juguetes, lámparas, en fin, nunca me imaginé que hubiese guardado tantas cosas, es más, ¿cómo podían tener cabida en el garaje? Todavía no me lo puedo explicar.

Dicen que el orden multiplica el espacio pero, a decir verdad, últimamente ya ni orden había.

Dentro de un rato, volveremos al “ataque”. Anthony se está arreglando y yo estoy aprovechando este momento para escribirte.

Me acaba de llamar tu nieto Lucho, me dice que vendrá a ayudarnos.

Willi me ha llamado ayer, lo hace todos los días, le conté que estábamos haciendo limpieza y me recalcó que no tiráramos nada que fuera de él ¡otro que sale a su madre!

Segurísimo que allí encontraremos recuerdos de cuando estudiaba, libros y apuntes no faltarán.

No sé si en todas las casas pasará lo mismo, pero mis hijos, cuando algo no utilizan, saben que el garaje del chalé es elástico y para allá lo llevan, seguro que jamás lo volverán a utilizar, pero allí está, realquilado y con vistas al campo.

En mi carta anterior te prometí que te hablaría de Cádiz.

Recuerdo era un lunes, nos levantamos temprano ya que teníamos que recorrer unos cuantos kilómetros.

Cuando llegamos a la bahía, descubrimos un extenso mercadillo, los puestos, interminables, están colocados paralelos al mar. Se conoce con el nombre de “el piojillo”, allí se vende de todo, hemos visto puestos con caracoles, hierbas aromáticas, aceitunas y otros más típicos con ropa, zapatos, telas etc.

Allí estuvimos poco tiempo, confieso no he podido remediar la tentación y me he comprado un vestido largo, sin tirantes, con gomas y que está muy de actualidad.

Nos alejamos de la bahía y nos dirigimos al centro de Cádiz.

Recorriendo callejas y más callejas, llegamos a una plaza amplia, lleva el mismo nombre que la iglesia ubicada en ella: San Antonio.

En su fachada, todavía se puede contemplar la portada original de estilo barroco, el resto, junto con las torres, fueron remodeladas a mediados del siglo XIX.

Muy cerca está el Ayuntamiento y, en la misma plaza, se encuentra el casino. Tuvimos suerte y hemos podido entrar, ¡qué agradable sorpresa nos hemos llevado! Si no supiera que estábamos en Cádiz, creería que estaba en Granada. La entrada, muy espaciosa, parecía un patio árabe, mira la foto con detenimiento y me darás la razón.

Nos dirigimos a la Plaza de la Mina y allí estuvimos comiendo en una terraza tranquila. Estábamos a la sombra, rodeados de unos árboles que no logré saber su nombre, son altos, con unas hojas un tanto extrañas, parecen esparragueras, pero tienen unas flores de color morado en forma de racimo que me recuerdan a las lilas, a las glicinias, son preciosas.

Hemos comido un atún sobre una base de salmorejo y ajo blanco. Yo creo que el ajo blanco brillaba por su ausencia, más bien era un hilo de aceite de perejil alrededor. De segundo pedimos una presa ibérica con salsa de pimienta.

Por la tarde seguimos recorriendo las calles de Cádiz, no quisimos se nos hiciera de noche y emprendimos el regreso a Zahara de los Atunes. Al anochecer, en la terraza de otro restaurante a la orilla del mar, contemplamos encantados una preciosa puesta de sol.

Hoy no te mando ninguna receta. Anthony me está animando a salir de viaje ese fin de semana. Todavía no sé lo que haremos. Todo el norte amenaza lluvia.

Ya te contaré.

Abrazos madre, un montón de abrazos de tu hija.

                                                                      Kasioles

domingo, 17 de julio de 2011

ENSALADILLA DE GAMBAS Y LANGOSTINOS

Querida madre: Hoy me está costando trabajo empezar la carta.


No quisiera disgustarte, pero no me queda más remedio que afrontar lo que me ha pasado y contártelo.

Se trata de tu pájaro “Lucas”. Como seguía un poco triste, todas las mañanas lo sacaba a la terraza, debía encontrarse más alegre, por lo menos se le oía cantar.

Últimamente, había cogido la mala costumbre de picotear los comederos, los tenía tan desgastados, que tuvimos que sustituirlos por otros. No habiendo encontrado el mismo modelo, quedaba al descubierto un hueco en la jaula y, de momento, le pusimos un rectángulo de cartón para taparlo.

El miércoles, después de limpiar la jaula y ponerle comida fresquita, volví a sacarlo a la terraza. Estaba contento, desde el cuarto de estar le oía cantar.

A media mañana fui a verlo ¡no lo podía creer! ¿dónde estaba el pájaro?

La jaula estaba cerrada pero “Lucas”…..El cartón se había caído y el pájaro voló por el hueco del comedero ¡cuánto lo siento madre!

Tanto Anthony, como tus nietos, me consolaron diciéndome que se fue volando a tu lado.

Seguramente, “Lucas” no pudo soportar el estar tanto tiempo sin verte y cuando encontró la oportunidad…voló lejos.

Tengo la esperanza de que, un buen día, se pose en tu ventana y le oigas cantar al pie de ella.

Pensaba contarte otra de las excursiones que hicimos cuando estuvimos de vacaciones, pero el pájaro no sale de mi pensamiento y no estoy muy inspirada.

Dejaré el viaje a Cádiz para la próxima semana.

Ahora paso a enviarte la receta. La he preparado con la ayuda de tu nieto Willi, me ha hecho las fotos y decoró la ración.

Con estos calores se agradece algo fresquito con sabor a mar.

ENSALADILLA DE GAMBAS Y LANGOSTINOS: Retirar las cabezas de las gambas y langostinos. Reservar.

Cocer, durante un minuto, las colas en agua con sal. Colar y reservar el agua.

Cuando las colas estén frías, se pelan y reservan.

En el agua reservada, cocer tres o cuatro patatas. Aparte cocer tres zanahorias y cuatro huevos.

Poner una sartén al fuego con un poco de aceite, saltear las cabezas reservadas, aplastarlas un poco para que suelten todo su jugo, colarlo y añadirlo a una mayonesa ya sea hecha en casa o de bote, le dará color y sabor.

Montar la ensaladilla poniendo, en el fondo de la fuente, las patatas troceadas, aplastarlas ligeramente con un tenedor, añadirles una lata o dos de bonito o atún en aceite, pepinillos picados, los huevos (reservar uno para decorar), una lata de maíz dulce y las colas de las gambas y langostinos. Mezclar.

Cubrir con la mayonesa preparada y decorar con canónigos, rodajas de huevo, tiras de pimiento morrón, aceitunas etc.

Meter al frigorífico hasta la hora de servir.

Madre, hoy vendrán todos a comer. Willi ha venido también esta semana. Marieta está encantada con sus primos.

Me voy a prepararles la cena, la serviré al aire libre, hace un día caluroso, hay que aprovechar cuando refresca un poco. Nos acordaremos de ti, siempre te mencionamos en nuestras conversaciones.

Acabo ya. Recibe un fuerte abrazo de todos, en especial el que ahora te envía tu hija.

                                                                                                                     Kasioles