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viernes, 12 de agosto de 2011

LOMO DE CERDO AL HORNO CON AROMA DE JEREZ

Querida madre: Hoy empiezo la carta con un poco de cotilleo.

Verás, uno de los sábados que salimos con la panda de amigos de Anthony, tú los conoces a todos, las señoras solemos hacer muchas veces un grupito aparte, ellos hablan de sus cosas y nosotras cotilleamos ¡qué simplonas!

No recuerdo exactamente como empezó la conversación, pero una de las amigas me hizo una pregunta: ¿Acaso crees que tú quieres más a tu marido que yo al mío?

En un principio, su pregunta me dejó sin saber que contestar, pero…una vez que la hube meditado un poco, le respondí:

Las cosas del querer, Manoli, son muy difíciles de sopesar. Tanto el amor, como los sentimientos, son algo intangible, no puedes ir por ahí preguntando cuántos kilos de amor has dado o cuántos guardas de reserva en la caja fuerte de un banco.
Por otra parte, no creo que el amor sea algo estático, es más, yo diría que envejece como el atardecer y vuelve a renacer con el nuevo día, es como si volviera a brotar, pero, el que lo haga con más o menos fuerza, depende en gran parte de nosotras.

Al amor hay que mimarlo, protegerlo, cuidarlo como a la planta más delicada y sensible, como a un niño recién nacido.

Hay quien quiere y no sabe querer, hay quien ama y no sabe dar.

Si el amor se pudiera medir o pesar, ya no sería amor, sería otra cosa.

Pero… aún sabiendo querer y dando sin limitación, ¡cuidado con el amor! A veces es tan escurridizo y silencioso que se escapa a tomar el sol al alféizar de otra ventana.

Mi última frase no debió de gustarle, rápidamente me preguntó: ¿qué me quieres decir con eso?

Continué: Que conste que no estoy pretendiendo ofender a nadie, lo digo sólo para recordaros y recordarme, que nosotras, por el mero hecho de llevar tantos años al lado de nuestros maridos, podemos, a veces inconscientemente, abandonarlos un poco. Nos acostumbramos a la rutina de todos los días, ellos entran, salen, vuelven del trabajo, a veces cansados, con preocupaciones y sin ganas de hablar, nosotras les dejamos sentados en el sillón sin molestarnos en ahondar más ¡Cuidado!

Hoy quiero veros a todas, cuando lleguéis a casa, sentaros a su lado, abrazarles fuerte, darles un gran besazo y decirles:

Amor, te acuerdas cuando…

Cada una que busque dentro de su cabecita y deje rodar su imaginación….

Como buena amiga, creo les he dejado un buen mensaje, pero cada uno en su casa y de puertas adentro… mejor no meterse.

En la carta anterior te dejé sin receta, hoy no quiero me ocurra lo mismo, ¿qué te parece si hoy te preparo un lomo de cerdo asado

Ahí va: Pedir al carnicero un trozo de lomo de cerdo, de algo más de un kilo, salpimentarlo y aromatizarlo con orégano. Reservar.

En una fuente que pueda ir al horno, echar una cebolla troceada, dos o tres zanahorias cortadas en rodajas, un puerro en aros y unos dientes de ajo laminados. Una vez hecha la cama con las verduras, colocar encima el lomo, regarlo con un poco de aceite de oliva y un buen chorro de vino blanco, mucho mejor, un vino de Jerez seco.

Meter al horno a 200 grados. Pasada media hora, se le da la vuelta y se agregan unas pasas de Corinto, dejar que se siga haciendo otra media hora o algo más, dependiendo de cómo guste de hecha la carne.

Cuando está, se retira del horno, se deja templar y se corta en lonchas.

La salsa se tritura y se reservan algunas pasas para decorar.

Se sirven las lonchas salseadas y se acompañan de una ensalada de lechugas variadas, frutos secos y queso de cabra caramelizado.

Ya me contarás, si la haces, como está de rico.

Anthony nos tiene preparada una sorpresa, no me ha querido decir nada todavía, presiento que es un viaje, le conozco tan bien…sólo quiere que esté contenta y feliz.

Acabo ya, volveré para contarte.

Recibe un montón de besos de todos nosotros, con ellos, va también un fuerte abrazo de tu hija.



                                                Kasioles

domingo, 7 de agosto de 2011

DE REGRESO: UN DÍA EN TRUJILLO

Querida madre: Según te prometí, voy a contarte parte, de la vuelta a casa, tras haber disfrutado de unos días en el Sur.

Pero antes, quiero enviar mi agradecimiento a Sor Cecilia por estos hermosos regalos que me ha enviado con tanto cariño.

Los estoy disfrutando y quiero haceros partícipes de mi alegría.
  


















El día anterior, salimos del apartamento un poco más pronto de lo acostumbrado. Como despedida, pensábamos ir a la playa.

Se notaba que era un día de trabajo, apenas había bañistas y hasta el chiringuito estaba cerrado.

Elegimos un buen sitio cerca del mar, nos tumbamos sobre la arena y el sol acariciaba nuestra piel, de vez en cuando, corría una brisa que facilitaba el que tu hija estuviera feliz respirando ese aire marino.

Las aguas no estaban tranquilas, de vez en cuando, las olas rompían con fuerza en la orilla.

Nadie se bañaba, pero yo no pude remediar la tentación de acercarme a la orilla y dejar que las olas me remojasen.

Anthony, resguardado bajo una sombrilla, leía tranquilamente el periódico.

Se levantó viento y decidimos ir a la piscina de la urbanización.

La habían inaugurado hacía sólo tres días, el agua estaba transparente y el césped de alrededor, muy verde, casi sin pisar.

Aprovechamos para zambullirnos, los cuatro estuvimos un buen rato nadando tranquilamente.

Por la tarde, nos dedicamos a hacer las últimas compras. Ya tenemos un regalo para cada hijo y nieto, guardamos otro para ti.

Cenamos en Barbate, en un restaurante a la orilla del mar. Sentados y acariciados por la brisa, vimos anochecer.

De regreso al apartamento, nos esperaba lo peor: hacer las maletas y acoplar todas las compras que habíamos hecho.

Al día siguiente, salimos en dirección a Trujillo, teníamos reservadas habitaciones en el Palacio de Santa Marta, del siglo XVI, actualmente está restaurado y convertido en hotel, pertenece a la cadena NH.

Seguimos por la autovía de la Ruta de la Plata.

Después de pasar Cádiz, no hemos podido remediar la tentación y nos metimos en Jerez de la Frontera.

Anthony, tiene mucha paciencia con nosotras y, mientras él se tomaba un refresco en una placita donde está el teatro Villamarta, nosotras aprovechamos para entrar en una preciosa tienda de ropa.

Madre ¡cuánto te eché en falta! ¡cómo me hubiese gustado que estuvieras con nosotras! Ya sabes que siempre he buscado y seguido tu opinión, me asesorabas tan bien…. sabías lo que me favorecía y lo que no, nadie como tú me orientará mejor.

Pese a todo, yo mantenía una comunicación contigo, sentía que me decías: eso no te queda bien, me probaba otra cosa y al final, hijas y madre salimos cargadas con bolsas llenas de vestidos y blusones.

Anthony, al vernos, no quería ni mirar ¿dónde íbamos a guardar tantas cosas?

Los coches parecen elásticos, una vez cerrada la puerta….

Hacía mucho calor, la temperatura exterior se acercaba a los 35 grados.

Hicimos más paradas antes de llegar a nuestro destino.

A media tarde, estábamos en Trujillo (Cáceres)

La población está situada sobre una colina y rodeada de una extensa llanura. Tiempo atrás, ha sido un lugar privilegiado para celtas, romanos y árabes.

En el siglo XIII fue conquistada por Fernando III el santo.

Muchos de los descubridores del nuevo mundo, nacieron en Trujillo y a su regreso, con las riquezas traídas, construyeron importantes monumentos que pudimos contemplar.

Trujillo huele a viejo, a antiguo, a arcaico, aún diría más, huele a conquista y reconquista, por algo se conoce a la ciudad como la Cuna de los conquistadores.

Sus calles, empedradas, estrechas y empinadas, no están preparadas para los tacones que hoy en día llevamos las mujeres.

La Plaza Mayor, grande y plana, es un respiro a tanto subir y bajar cuestas. Está presidida por la estatua ecuestre de Francisco de Pizarro, el conquistador de Perú.

En sus lados, hay cantidad de soportales, allí se agrupan restaurante y terrazas protegidos del sol.

Es de estilo renacentista y tiene forma rectangular.

Alrededor se han construido palacios y casas señoriales.

Sentados en una de las terrazas, cenando al aire libre y sin el calor agobiante del día, tuvimos tiempo para contemplar la belleza en piedra de sus monumentos.

Te mando la foto del Palacio de la Conquista, se llama así por el título de Marqueses de la Conquista que se otorgó a la familia Pizarro en premio al descubrimiento.
Otro de los palacios, el de Orellana

 
:
















En un principio fue un edificio militar, lo compró un primo de F. Pizarro y lo transformó en un palacio renacentista. Tiene dos torres, en la de la derecha, puedes apreciar un bonito balcón renacentista y, entre ellas, hay una galería con columnas y capiteles. A esa altura, se pueden apreciar dos escudos, el de los Orellana y el de la familia Pizarro que tiene dos osos y un pino.

En un extremo de la Plaza Mayor, está la iglesia de San Martín, justo detrás de la estatua de F. Pizarro. Tiene dos torres, en una está el campanario y en la otra el reloj.

La fachada que se ve desde la plaza es de estilo renacentista, la otra, conocida por Puerta de las limas, es gótica. No encuentro la foto, no sé en que cámara estará.

Pero si puedo mandarte esta del castillo, la sacó Anthony desde la ventana de la habitación del hotel.

Está situado en la parte alta de la ciudad, tiene torres cuadradas defensivas, dos de ellas protegen la puerta de entrada y una imagen de la Virgen de la Victoria, es la patrona de Trujillo.

Seguíamos sentados en una de las terrazas de la plaza, hacía una noche deliciosa, nos daba pereza movernos de allí, pero estábamos cansados del viaje y de tanto subir y bajar por las estrechas callejas.

Era tarde, al día siguiente continuaríamos viajando, decidimos irnos al hotel, teníamos que dormir.

Continuará….

La carta se me ha alargado, hoy no te mandaré ninguna receta, prometo hacerlo en la próxima semana.

Hasta entonces, recibe un abrazo muy fuerte de tu hija.

                                                                               kasioles