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sábado, 20 de agosto de 2011

DE TRUJILLO A HERVÁS: EL ALMIREZ

Querida madre: Esta semana se me ha pasado en un abrir y cerrar de ojos ¡qué rápido se va el tiempo!

Según te comentaba en mi carta anterior, Anthony nos tenía preparado un viaje a Carballino, a la feria del pulpo.

Pero no quiero comentarte ahora lo que hemos hecho en ese fin de semana caluroso, movidito y envueltos en los olorosos vapores que desprendían los pulpos al cocer.

Antes, quiero contarte la última parte de nuestras vacaciones en la playa.

De Trujillo, salimos en dirección a Plasencia, pero cogimos la carretera que nos llevaba al Parque Natural de Monfragüe.


Durante 18 kms de curvas muy cerradas, pudimos disfrutar de un paisaje espectacular ¡tenías que haberlo visto! Cantidad de encinas frondosas, alcornoques y enebros, mezclados con matorrales y jaras, cubrían las cimas y laderas de montículos.

Más al fondo, en una gran depresión, se sucedían las encinas. Todo el paisaje está lleno de vegetación, es lo ideal para dar cobijo a cantidad de aves: buitres, águilas, cigüeñas, búhos etc. Todas ellas son especies protegidas.

Nos paramos en el mirador del Salto del Gitano y mi hija Pi hizo unas cuantas fotos.


Para atravesar el embalse de La vid, sobre el río Tajo, se pasa por un puente de madera, pronto nos dimos cuenta que el ir a cámara lenta, era debido a que llevábamos de guía turística a una manada de vacas, nos obligan a contemplar con más detenimiento el paisaje ¡vale la pena! Es precioso.

Como seguíamos al paso de la gallina, mejor dicho, de vaca, a punto estuvimos de perder la paciencia, el atravesar aquél puente se nos hacía interminable.

De pronto, los vaqueros las guiaron hacia una hondonada (parecía que se iban a despeñar bajando como locas por aquellas piedras salpicadas de matorrales) y, aquella masa negra, pues todas eran del mismo color, poco a poco se fue disipando.

Cuando pasamos al lado de uno de los vaqueros, bajé la ventanilla y le pregunté cuántas vacas llevaban, me contestó que eran 520 ¡nunca he visto tanta vaca junta! ¡ ahora me explico lo abonado y perfumado que dejaron el puente!

Antes de llegar a Plasencia, paramos en Hervás. Para llegar hasta allí, hay que recorrer 4 kms del puerto de Honduras ¡me persiguen las curvas!
Pero Hervás es digno de ver, tiene algo especial, debe ser una zona de turismo rural, abundan hoteles, apartamentos, casas rurales y restaurantes. Nos indicaron uno para comer: El Almirez.

¡Bonito sitio! Agradecimos ese comedor fresquito y acogedor.

Como era pronto y éramos los primeros en llegar, nos atendieron con mucho mimo.

No puedo por menos que ensalzar su cocina hecha con esmero, dedicación y cariño.

La cocinera, Luci, propietaria del restaurante, salió a saludarnos, aprovechamos para felicitarla y hacerle una foto.

También sacamos algunas fotos de los platos que llamaron nuestra atención.

La tabla de quesos es espectacular ¡qué buen sabor! Se componía de Torta del Cásar gratinada con orégano, rulo de cabra caramelizado, quesos Ibores, uno más curado, llevaba pimentón y otro era más tierno, también había unos trozos de Quesuco de la Vera ¡deliciosos todos! Los acompañó de una mermelada de rosas rojas, hecha por ella.

La ensalada, con la variedad de ingredientes, era una nota de llamativos colores: lechugas variadas, achicoria, rúcula, tomates cherry, mango y foie, estaba decorada con pensamientos y aliñada con una vinagreta de frambuesas.

No podían faltar las típicas migas, bien elaboradas y sin apenas grasa.

De los postres, destacar una copa de helado servida sobre un enrejado, en forma de cestillo, hecho con hilos de caramelo.

Por este medio, quiero enviarle a Luci, una vez más, mi sincera felicitación.

Su restaurante, es el sitio donde estás invitado a repetir, una vez que lo hayas conocido.

Desde allí, y con el buen sabor de boca que nos ha dejado El Almirez, poco a poco, llegamos a casa ¡Qué felicidad! ¡Vuelta al hogar!

Estos días me toca tener a dos de tus biznietos, su cuidadora está en las fiestas de su pueblo, se ha cogido unos días de vacaciones.

No dispongo de mucho tiempo, por eso no te mando la receta acostumbrada, lo haré la semana próxima.

No quiero acabar sin decirte que, en todos mis viajes, no hubo día que no te recordara, es más, a veces hasta he tenido la sensación de que estabas a mi lado.

Besos, madre, besos y abrazos llenos de cariño son los que te manda tu hija.

                                                                                                                  Kasioles