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viernes, 9 de noviembre de 2012

EL FILÓSOFO, LA COCINERA Y EL BIZCOCHO DE FRUTOS SECOS.

Querida madre: Como te prometí, vuelvo para contarte la otra parte de nuestro viaje, ya en Málaga.


El hotel estaba en la primera bocacalle del paseo principal (Larios) en pleno centro de la ciudad.


Máriel tenía la boda de su amiga a la 1 de la tarde. Entre Pi y yo, la ayudamos a vestirse y retocarse, como si de una novia se tratase ¡cuánto disfrutarías viendo a tu nieta así de guapa!


Pasadas las 12, un autocar esperaba a los invitados cerca del hotel. Pronto se reunió con otras amigas y, al quedar solas Pi y yo, decidimos que era el mejor momento para visitar la Catedral.



Los malagueños suelen llamarle La Manquita, le falta una de las torres.


Situada en el centro histórico de la ciudad, se levanta majestuosa en el mismo lugar donde, en otro tiempo, estaba la Mezquita de Aljama (árabe).


Empezó a construirse en el Renacimiento, su edificación tardó muchos años y, lo que en un principio quiso ser de estilo greco-romano, hoy se pueden apreciar otros, por ejemplo su bonita portada gótica, la puerta principal de estilo renacentista y en el siglo XVIII se le añadieron elementos barrocos.


Cada vez que visito una Catedral, me siento insignificante, su majestuosidad y grandeza me intimidan, sus capillas con esas tallas enormes, que parecen reales, hacen que me sienta en otro mundo.


Hay algo que impresiona, me refiero a una capilla que hay en el trascoro, está dedicada a Nuestra Señora de las Angustias, conocida como La Piedad, es de gran belleza, me imagino que hasta la nobleza que veía y oía misa (tenían un lugar privilegiado desde donde se podía ver al sacerdote), quisiera estar con el pueblo en el trascoro, sólo por ver y admirar a la Piedad. Tallada en mármol blanco, es obra de los hermanos Pissani. A izquierda y derecha de la Piedad, está San Juan y María Magdalena (es de madera imitando mármol).


Más adelante, nos detuvimos en la capilla del Santísimo Cristo del Amparo, viendo aquél Cristo crucificado, me acerqué y encendí tres velas, pensé en mi familia, en vosotros y la tercera, al echar la moneda, pedí por mi, para que vea esa luz iluminando mi camino y me enseñe a valorar mucho más lo que aún tengo.


Copié algo que ponía allí:




Señor, que la lámpara que ahora enciendo, sea luz para que me ilumine en mi andadura y me ampare en las dificultades.


Que sea como fuego para que Tú quemes en mí todo egoísmo e impureza.


Que sea como llama con la que Tú calientes mi corazón para enseñarme a amar.



No me puedo olvidar del coro, yo diría que es lo más valioso de la catedral, su carpintería es barroca y el artista, entre otros, fue Pedro de Mena.


Podría seguir y seguir describiendo preciosas capillas, como la de La Encarnación, pero es hora de salir por la Puerta del Perdón, la luz del sol iluminaba un bello jardín con un estanque, no pude por menos que acordarme de Granada.


Y ahora paso a preparar el bizcocho que le llevé a nuestro filósofo y amigo André. En la conversación que mantuvimos. me había pedido la receta, quería repetirlo para sus nietos.


Ya ves que no me he olvidado.


INGREDIENTES: Cuatro huevos, 260 gramos de mantequilla o margarina (yo utilicé una tarrina de margarina, Flora oliva) la misma cantidad de azúcar y la misma o, un poquito más, de harina mezclada con medio sobre de levadura en polvo, no debe faltar un poquito de coñac o vino dulce y, para completar, los frutos secos que nos gusten, higos, orejones, nueces y pasas. El que le llevé a André no tenía higos.


Se puede utilizar la misma tarrina, donde viene la margarina, como medida.


PREPARACIÓN:


1- Sacar del frigorífico, con antelación, la mantequilla o margarina, deben ablandar.


2- Poner las pasas de Corinto en agua durante una hora, pasado el tiempo, se pasan a un papel absorbente para secarlas y se espolvorean de harina. Reservarlas así.


3- En un bol grande, echar los cuatro huevos, la margarina y el azúcar. Con ayuda de un minipimer, batirlo todo hasta que quede cremoso.


4- Añadir la harina, mezclada con la levadura, poco a poco, removiendo con una cuchara de madera, hasta que quede completamente integrada al conjunto.


5- Añadir el licor que guste, y los frutos secos picados (a excepción de las pasas que van enteras), remover despacio, sin batir, con movimientos envolventes.



6- Engrasar un molde para bizcocho, echar la mezcla preparada y, en horno previamente calentado a 180 grados, meter el bizcocho y dejarlo por espacio de una hora. Está prohibido abrir el horno mientras dura la cocción, se bajaría el bizcocho.



7- Retirar del horno, dejar templar y desmoldar. Decorar con azúcar glas y algunas frutas.




Madre, yo creo que este amigo va a quedar encantado con la receta, le deseo que lo haga y que lo disfrute con sus otros nietos, tendrá que recordar, al degustarlo, el gran cariño que he puesto al hacerlo.


Hoy mi carta se ha alargado mucho, yo sé que seguirías leyendo, te recordará a las charlas que manteníamos las dos, se nos pasaba el tiempo en un vuelo ¡qué tiempos aquellos, madre!


Ahora me contentaré con enviarte mis cariños en un abrazo muy especial, el que tú te mereces.


                                               Kasioles