Seguidores

sábado, 8 de diciembre de 2012

CARPACCIO DE SOLOMILLO

Querida madre: De esta vez sí que voy a contarte la última parte de nuestro viaje a Málaga.

Estoy convencida de que, aunque hayan sido pocos días, si están bien aprovechados, pueden dar mucho de sí.

A nosotras nos ha dado tiempo para hacer muchas cosas, tanto que, el domingo, después de desayunar en el hotel el mollete calentito con el típico tomate triturado con aceite de oliva (que tanto nos gusta) salimos a conocer un poco más de Málaga.

Nos perdimos por unas callejas estrechas y, como muchos de los comercios estaban abiertos, aprovechamos para comprar algún detalle para llevar a la familia.

De pronto, y notando que el sol calentaba con fuerza nuestra piel, a Máriel se le ocurrió la idea ¿por qué no nos vamos a la playa?

No lo pensamos más, retrocedimos y regresamos al hotel para cambiarnos de ropa.

Máriel, en otra ocasión, y por exigencias de su trabajo, había estado en Málaga, la habían invitado a comer por la zona de las playas, en Pedregalejo y decidimos coger el autobús nº 11 que sale del paseo de La Alameda.

El conductor nos indicó dónde debíamos bajar y, muy pronto, vimos el mar. Estaba en calma, unas cuantas personas tomaban el sol sobre una arena que no me gustó, es muy oscura, casi negra, me recordó a la de las playas de Lanzarote (Canarias).

Todo el paseo que bordea la larga playa, está lleno de restaurantes y terrazas. Máriel, quería encontrar el sitio dónde años atrás había comido, recordaba el nombre y nos decía que teníamos que buscar “El Maricuchi”

Por cada restaurante que pasábamos, observamos que, enfrente, varada en la arena, había una barca con su nombre, sobre ella se hacen las brasas para preparar el típico espeto.

Después de un largo paseo ¡al fin encontramos el Maricuchi!

Como hacía muy buena temperatura, quisimos aprovechar los rayos de sol (que ya no encontraríamos a nuestro regreso) y decidimos sentarnos en la terraza que estaba pegada a la playa.

Para mi sorpresa, allí estaba una barca varada y, su nombre, me recordó a un amigo bloguero, sí, a ese enamorado del mar que muchos de nosotros conocemos. Sonreí y mis hijas, que también le conocen, hicieron lo mismo ¡qué casualidad!

El restaurante, cuyo nombre completo era Andrés Maricuchi, tenía muy buena cocina y aprovechamos para degustar lo típico que se suele comer en Málaga: Picada de tomate, almejas en salsa, el adobo, berenjenas con miel, la fritura de pescaditos y ¡como no! El espeto no podía faltar.





Para no alargar mucho más esta entrada, prometo contaros en otra lo que es el espeto.

Y por no perder la costumbre, paso a preparar un entrante que a algunos de mis nietos e hijos les encanta, es el Carpaccio de solomillo:

INGREDIENTES: Un trozo de solomillo, sal, pimienta, perejil picado, vinagre de Módena, aceite de oliva virgen y lascas de queso de oveja curado.



PREPARACION: Si no se compra el solomillo ya cortado en láminas finísimas (Hay sobres donde ya viene cortada la carne con trocitos de queso al lado) lo mejor es comprar un trozo, meterlo en el congelador una media hora y, con ayuda de una máquina corta fiambres, ir laminándolo lo más fino posible. Reservar.

2- En un bol, mezclar la sal, la pimienta (una cucharadita de cada) el perejil picado, el vinagre y el aceite, remover.

3- Con ayuda de una brocha de cocina, ir untando las láminas de solomillo con la mezcla anterior, dejar un ratito y volver a untar por el otro lado.

4- Colocar las láminas en una fuente redonda dejando un hueco central, rellenarlo con lechugas variadas y poner, sobre cada lámina de carne, unas lascas de queso.



5- Decorar a gusto con pepinillos en vinagre cortados en abanico, tomates cherry y, si se quiere, alguna aceituna negra.


Es un plato que disfrutarán los amantes de la carne poco hecha.

Madre, esta semana se me ha pasado en un vuelo, ya ves, a estas horas aún estoy escribiéndote y, en condiciones normales, ya habría enviado la carta. Ha venido a vernos Máriel y he ido con ella de compras ¡cuánto te hemos echado en falta!

Me he comprado un vestido y añoré el que me dijeras si te gustaba o no, si me quedaba bien y si la confección era buena.

En fin, poco a poco tengo que ir acostumbrándome, pero sé que, de alguna manera, allí estabas y sentí tu aprobación.

Por hoy ya termino, te mando cariños de todos y un abrazo muy especial de tu hija

                                  Kasioles