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sábado, 19 de enero de 2013

PARA ALBORADA EN SU CUMPLEAÑOS, TARTA DE CUAJADA

Querida madre: Esta semana voy a contarte algo distinto, se trata de un viaje inesperado que he hecho con tu nieta Máriel.

Hacía bastante tiempo, que había reservado una habitación en un pueblecito próximo a Santander.

Como estaba haciendo el master, le tocó cambiar la fecha por dos veces y, ahora, que ya lo había terminado, decidió que era el momento idóneo para descansar unos días.

Siempre había pensado ir con su hermana Pi, pero ésta, por motivos de trabajo, no pudo acompañarla.

Me decidí a hacerlo yo, no me gustaba que se fuese sola.

Tu nieta Pi es la fotógrafa de la casa, tiene habilidad para manejar la cámara, yo soy un poco inútil, jamás lo he intentado.

Pero ahora, al no venir con nosotras, he tenido que hacer mis primeros pinitos con su cámara.

Cuando llevábamos más de cien kilómetros recorridos y, dentro del coche, siguiendo sus instrucciones, comencé a hacer mis primeras fotos.






Son las montañas que se ven antes de llegar a Torrelavega, estaban nevadas.



El Parque Natural Saja-Besaya, es el más extenso de Cantabria, en él predominan flora y fauna variadas. Abundan robledales, hayedos y acebedos, avellanos, endrinos, espino albar y muchos, muchos helechos.

El túnel de Gedo

Paisaje que se ve pasando Corrales



Cerca de las tres de la tarde, nos paramos a comer en un restaurante de carretera, estaba a la entrada de un pueblecito llamado Cóbreces, allí se encuentra una abadía cisterciense : Sta María de Viaceli.

 

Una hora más tarde, llegamos a nuestro destino, era un diminuto pueblecito, me pareció que estaba perdido en una carretera tortuosa y estrecha, llena de curvas y más curvas con grandes eucaliptos a ambos lados.

Al anochecer, aquello me parecía la boca del lobo de los cuentos de miedo de mi infancia.

Nos encontramos con dos típicas casas, eran centenarias casonas cántabras, actualmente las habían convertido en casas de turismo rural: La Busta y la Pozona, así se llamaban.
Más tarde, supimos que dormiríamos en una de ellas y desayunaríamos en la otra.

















Y ahora, madre mía, más misterio…

Nada más entrar, había un amplio hall, a un lado de la pared pudimos ver una chimenea completamente apagada y mesas y sillas de una madera muy oscura, casi negra. Allí no había nadie, observé que alguien debió haber estado tomándose un café, sobre la mesa se veía una tacita y en el cenicero un cigarrillo a medio acabar.

Como nuestra habitación estaba en el segundo piso, tuvimos que subir arrastrando nuestras maletas por unas escaleras estrechas del mismo color que las mesas de la entrada.
En cada descansillo había unos armarios grandes, bajos y empotrados, las puertas estaban abiertas y dejaban ver toallas blancas apiladas.

Cuando llegamos, pronto pudimos ver que cada habitación estaba presidida por símbolos fantásticos de la Mitología Cántabra.

Bien me podría haber tocado la Anjana. Es el ser bondadoso por excelencia de Cantabria, protege a las gentes honradas, a los enamorados y a quienes se extravían en el bosque o en los caminos. ¿Es que no se había fijado en mí? ¿Es que no se dio cuenta de que estaba profundamente enamorada?

Nunca lo sabré, lo que si puedo contarte es que mi sorpresa fue en aumento al comprobar que, nuestra habitación, pertenecía a un duende, a un trasno.

Me estoy extendiendo demasiado. Continuaré la próxima semana.

Debo comenzar con la receta que he preparado para hoy. Como algo especial, por ser su cumpleaños, quiero dedicarla a una amiga que tiene un gran corazón, casi todos la conocemos, se llama ALBORADA, es alegre y positiva como ese amanecer que acaricia nuestras caras cuando nos despierta cada mañana anunciándonos un nuevo día.

Para ella: TARTA DE CUAJADA.

INGREDIENTES: Medio litro de nata líquida, 2 sobres de cuajada, 2 vasos de 250cc cada uno, de leche, un vaso de azúcar, galletas, azúcar y limón para caramelizar el molde y, por último, una tarrina de queso philadelphia.


PREPARACION:
1-    En un cazo poner el azúcar (unos 150 gramos) añadirle unas gotas de limón y una cucharadita de agua. Dejar que se vaya haciendo el caramelo. Tener cuidado de que no se queme.


2-     Cuando esté, echarlo en un molde redondo caramelizando su fondo y paredes.

 
3-    Poner en una cazuela la nata, los sobres de cuajada, la leche, el azúcar y el queso, batir con la batidora eléctrica para que se  mezcle todo bien. Poner sobre el fuego y dejar hasta que hierva. Retirar y reservar.
 

4-    Verter el contenido de la cazuela sobre el molde caramelizado y cubrir con galletas trituradas o enteras.







5- Meter la preparación en el frigorífico y dejarlo hasta el día siguiente.

6-     Desmoldar y decorar a gusto.


Sobra decir que lo hice con tanto cariño, como el que pongo ahora para mandárselo, Deseo que haya tenido un feliz día.
Y… como ya va siendo hora de terminar esta carta, sólo me queda enviarte mis cariños en un abrazo muy especial, te prometo que seguiré contándote la última parte de nuestro  viaje.

                                                      Kasioles