Querida madre:
Después de lo que te conté la semana anterior, sobre mi encuentro con Sandro, aún
tengo más cosillas que quiero que sepas.
¿Recuerdas que
habíamos quedado en volvernos a ver?
Habían sido tantas
emociones juntas… tenía que “digerirlas” y dedicarles un tiempo (que en ese
momento no disponíamos ninguno de los dos), para charlar y recordar.
Como había que
aprovechar el día al máximo, acordamos en que desayunaríamos en una cafetería
del centro, la que está pegada al Ayuntamiento.
Era la primera vez
que quedaba con una persona del género masculino desde el fallecimiento de
Anthony ¡qué nervios!
Reflexioné más de
una vez y me dije que no tenía motivos para estar así, que le conocía, que era
un gran amigo y que, pese a que habían transcurrido muchos años sin vernos, las
raíces de aquella amistad tenían que ser profundas y yo le recordaba como una
gran persona.
A lo que voy, me
arreglé como si fuera a una fiesta, lo digo porque me puse un vestido (aparqué
los pantalones pitillo y mis botas en el armario) y me subí a mis altos tacones
negros, no me maquillé (he dejado de hacerlo desde que él no está) tan solo me
puse unas gotas del perfume que a Anthony le gustaba tanto, se llama Poême y
cierto es que, cuando su frescor acaricia mi piel, me imagino que alguien
susurra en mi oído un poema de amor.
Madre, por esta vez
no quiero ser demasiado pesada, te seguiré contando en otra, ahora escucha esta
canción, se titula Flor de Azalea:
De nuevo recojo esa
palabra que nos deja Sindel para esta semana: AMANECER.
Y al encontrarte
Al saber de ti
De tu vida y tu
pasado…
Siento que renace
en mí
La ilusión que
había olvidado.
Cuando hoy al
despertar
Veo amanecer el día
Me digo que ya hay
motivo
Para salir a la
calle
Y liberar mi
agonía.
Prometo acudir a la
cita
Revivir nuestro
pasado
Verme tan joven,
como ayer
¡Como si el tiempo
se hubiera parado!
Como sé que le
gustan las rosquillas, he preparado éstas pensando en él.
INGREDIENTES: La
mitad de un bote pequeño de leche condensada, dos huevos grandes, 60cc de
aceite de oliva de sabor suave, las ralladuras de una naranja y de un limón y
unos 350g de harina tamizada con un sobre de levadura Royal.
PREPARACIÓN.
1- Rallar la piel del limón y la naranja (como
la que tenía era muy grande, he utilizado sólo la mitad). Reservar.
2- En un bol, echar el medio bote de leche
condensada y el aceite.
3- Añadir los dos huevos y las ralladuras del
limón y de la naranja.
4- Batir hasta que todos los ingredientes estén
perfectamente mezclados.
5- Añadir, poco a poco, la harina mezclada con
la levadura y tamizada.
6- Mezclar, con ayuda de una varilla, hasta que
se vaya incorporando la harina.
7- Cuando cueste trabajo mover la masa con la
varilla, se seguirá amasando a mano hasta que se despegue de las paredes.
8- Cortar trocitos pequeños de masa, hacer con
ellos un rulo alargado y unir los extremos para formar las rosquillas.
Reservar.
9- Para el paso final, necesitaremos aceite de
girasol, azúcar glass y la cáscara de un limón.
10- Poner sobre el fuego una sartén
con abundante aceite y la cáscara de limón, dejar calentar no demasiado.
11- Freír por tandas las
rosquillas.
12- Pasarlas a una fuente con
papel absorbente para eliminar el exceso de grasa.
13- Espolvorearlas con azúcar glass y empezaréis
a comer sin parar.
Volveré para seguir
contándote, mientras, te mando mis cariños y los de toda esta familia.