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sábado, 22 de enero de 2011

CELEBRANDO EL NUEVO AÑO CON UN CORDERO ASADO AL HORNO.

Queridísima madre: Otra vez estoy aquí, dispuesta a charlar un rato contigo.

En mi carta anterior no acabé de contarte cómo hemos pasado el día de Fin de Año.

Prácticamente estuvimos solos. Willi, con Martina y la niña, se fueron al Sur, despidieron el año con su otra familia. La alegría debe repartirse, los otros abuelos estaban deseando ver a su nieta Marieta, está preciosa.

Sonsoles, con su familia, se fueron a casa de los padres de su marido.

Lucho tenía guardia.

Resumiendo, quedamos tan pocos, que ni falta me hizo abrir la mesa del salón.

Menos mal que han venido tres de mis nietos, los de Mary Neri y Lucho, nos llenaron la casa, ¡benditos nietos que todo lo animan!

Antes y después de las campanadas, Anthony me dio un fuerte abrazo, sabe, después de tantos años de estar juntos, los vacíos que hay en mi corazón y que, sobre todo en estas fechas, se hacen mucho más patentes.

Todos acabaron el año comiendo las uvas al compás de las campanadas.

En otro tiempo, yo me solidarizaba con mi padre y los dos tomábamos pasas.

Desde que él me falta, yo finjo no darme cuenta del comienzo del Nuevo Año, desaparezco con el pretexto de llevar algo a la cocina y, mentalmente, vuelo a su lado, es como si volviéramos a tomar juntos las doce uvas pasas.

Mary Neri se marchó pronto con sus hijos. Nadiuska tenía sueño.

Nosotros no prolongamos mucho más la velada. Dentro de unas horas yo tenía que volver a la cocina para preparar la comida de Año Nuevo.

Me estimulaba el pensar que para celebrarlo, nuestra mesa estaría más concurrida, vendría Sonsoles, Lucho… ¡qué alegría!

Prepararé un cordero asado con una ensalada de escarola y granada, lo típico.

Cuando yo llegué a esta tierra, una de mis cuñadas me enseñó a hacerlo de esta manera: Salar el cordero, colocarlo sobre la bandeja de horno con un poco de agua en el fondo. Meterlo al horno a unos 170 grados más o menos.

Pasados tres cuartos de hora, se le da la vuelta, dejar se vaya asando lentamente.

Mientras, preparar un majado con: dos dientes de ajo troceados, unas arenillas de sal gorda, hojas de perejil, cuando lo tengamos reducido a una pasta, se añadirá un poco de vino blanco, un chorro de vinagre y agua. Cuando la superficie del cordero empieza a dorarse, se abre el horno y se baña el asado con el majado preparado. Pasado un rato, volver a dar vuelta al cordero y se regará otra vez con el líquido de la bandeja.

Cuando la carne se encoge dejando al descubierto parte del hueso de la pata y todo él aparece con un bonito color dorado, es señal de que el cordero está en su punto.

Sacar del horno y servir acompañado de una ensalada de escarola y granada. Tradicionalmente, a esta ensalada, en lugar de sal se solía aliñar con azúcar, aceite y vinagre.

Cuando acabo de escribir esta carta, ya el comienzo del año ha quedado atrás, pero puedo decirte que todos coincidieron en decir que estaba ¡riquísimo!

Acabo ya, antes quiero enviarte un montón de besos y abrazos.

Kasioles