Seguidores

jueves, 4 de abril de 2024

YA APARECIÓ EL FELINO Y, PARA COMER, MARMITAKO

 

Querida madre: Como te prometí, voy a seguir contándote lo que me ocurrió al
volver a casa después de pasar tanto miedo con la película: LOS CRÍMENES DEL MUSEO DE CERA.

 


Al salir del cine, me despedí rápido de mis amigas, el sol ya se había metido y empezaba a oscurecer.

 



Quería llegar cuanto antes a casa, el último tramo del camino lo hice corriendo
¡Al fin llegué al portal!

 

Empujé aquella pesada puerta de madera para entrar, apreté el interruptor y… ¡Maldición! La bombilla del plafón estaba fundida, todo estaba en penumbra.

 


Yo vivía en un primer piso, pero antes tenía que subir unos nueve escalones estrechos que acababan en un descansillo, luego, girando a la izquierda había solo dos que me separaban de la puerta de mi casa,

 


Esperé unos minutos para acostumbrarme a la oscuridad, pero al levantar la
vista… en lo alto del descansillo distinguí dos brillantes ojos verdes que me miraban con insistencia, aquello fue la puntilla a tanto miedo pasado, pegué tal grito llamando a mi madre ¡¡¡Mamá..a..a..a!!!que aquella “cosa” debió de asustarse tanto, que pegó un brinco saltando los escalones y fue a parar a mi pecho dándome tal golpe que poco me caigo de espaldas al suelo.

 

Mi madre, asustada al oír mi chillido, abrió rápido la puerta y la luz del pasillo iluminó el entorno, aún pude ver como algo negro y gordo corría despavorido por la puerta entreabierta del portal.

 

De aquello ya se han pasado muchos años, pero todavía lo recuerdo con la misma claridad como si me hubiera ocurrido ayer.

 

Por todo lo expuesto, yo creo que tengo suficientes motivos para que no me gusten los gatos, aún así, aquí os dejo una de aquellas canciones infantiles que he cantado cuando era pequeña.

 


 

GATOS EN MI VIDA

 

Primero fue Chevalier

gato de un negro tizón

luego, diez años después, 

en mi vida se cruzó

otro gato de ojos verdes

que al suelo casi me tiró.

¿Cómo puedo yo quererlos

si no me quieren a mí?

Mal, nunca les he hecho

si los veo, los respeto,

no me acerco por si acaso

sienten “apego”por mí.

 

Y ahora que se acerca la hora de la comida, voy a preparar un marmitako, deseo que sea del gusto de todos.

 

INGREDIENTES: Un trozo de atún rojo, 2 cebollas, medio pimiento rojo y uno verde, una hoja de laurel, 3 dientes de ajo, 4 patatas, una cucharadita de páprika, otra de pimienta roja y negra molidas, un vasito de vino blanco, un tomate maduro, medio vasito de salsa de tomate, perejil, sal o una pastilla de caldo de pescado.


 

PREPARACIÓN:

 1- Cortar el atún en filetes gruesos y trocearlos en dados, salpimentarlos y dejar macerar un rato.

 

2- Picar finamente las verduras y los ajos.

 

3- Poner una cazuela al fuego con una fina capa de aceite que cubra el fondo, dejar calentar y añadir los ajos laminados, dejar que se doren ligeramente.

 

4- Una vez dorados, añadir las verduras picadas, dejar que se vayan pochando lentamente.



 5- Cuando las verduras estén casi pochadas, es cuando se añade el tomate picado, mezclar y dejar cocer todo junto unos minutos.




 6- Añadir al sofrito un poco de vino blanco, subir el fuego para que se evapore el alcohol y luego incorporar el resto de los ingredientes aromáticos: La páprika, la hoja de laurel, las pimientas negra y roja y dos cucharadas de salsa de tomate.




 7- Pelar y trocear las patatas, cascándolas, y añadirlas al guiso, remover y mezclar con las verduras durante un par de minutos.




 8- Cubrir con agua (mejor con un fumé de pescado, yo no tenía y lo he sustituido por una pastillas de caldo), salar al gusto y dejar hervir hasta que las patatas estén tiernas.



 9- Cuando las patatas hayan ablandado, es el momento de añadir el atún, se tapa la cazuela, se deja un par de minutos y será el tiempo suficiente para que el atún esté en su punto, debe quedar sonrosado y jugoso, no debe secarse ya que perdería gran parte de su sabor.



 10- Y ahora llega el feliz momento de degustarlo, huele que alimenta.



 Y ya me despido enviando cariños tanto a los que me estáis leyendo como a los que ya se han ido a esa otra dimensión, ellos saben que los llevo en el corazón.

 

Kasioles