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sábado, 30 de marzo de 2013

YO TENIA UN MERENDERO..... POTAJE DE PUERROS Y GAMBAS

Querida madre: Hoy tengo algo importante que contarte. ¿Recuerdas el merendero donde tantos buenos ratos hemos pasado juntas?
 
Aquél merendero madre…
Y recuerdo cuando yo, aprovechando que Anthony se iba a su trabajo, les decía a los albañiles: Prolonguen la fachada, dejen un hueco más para poner otra ventana, alarguen el porche…
Cuando Anthony volvía a casa y veía todo aquello que en nada se parecía a los planos que él había hecho, ya teníamos tema de discusión. Pero Anthony siempre tan complaciente conmigo…
Al final, lo que iba a ser una especie de almacén, quedó transformado en un precioso merendero: un salón grande, una cocina al fondo y un cuarto de baño a la derecha. También tenía un porche y una barbacoa.

En el salón teníamos una chimenea de leños que lo caldeaba todo.

Tú, madre mía, sabes bien lo felices que hemos sido allí cuando nos reuníamos todos.
Pero al igual que mi piel se va arrugando con el paso de los años, las paredes de aquél merendero se empezaron a agrietar.
El seto mal cuidado de nuestro vecino, que dejó sin cortar y se transformó en árboles enormes, empujó con sus fuertes raíces los cimientos de nuestra pequeña casita y, poco a poco, el suelo se fue agrietando y levantando.
Sabíamos que había que tirarlo, también estaba de acuerdo en que volveríamos a hacer otro nuevo, pero hoy, al enterarme que una pala embistió mi pequeña construcción, siento que con ella se me fue un trocito de mi corazón.
 

Aquellas paredes madre
Que con ilusión forjé
Encierran recuerdos tiernos
De aquello que tanto amé.
El eco de tus halagos
Al premiarme cuanto hacía
El abrazo siempre tierno
Y aquél beso en la mejilla
Que Anthony me daba siempre
Cuando estaba en la cocina.
También los tabiques guardan
Las risas de los encuentros
La felicidad que juntos
Tuvimos en otros tiempos.
Y la energía de amores
También se quedó grabada
En las paredes calladas
De aquél merendero nuestro.
Ellas fueron, hasta ayer
Fieles testigos del tiempo
Tiempo que quedó ya atrás
Y hoy se transformó en recuerdo.

 
Hay días que me hago la misma pregunta: ¿Encontraré sitio para guardar tantos recuerdos?

Y para esos días que, siguiendo la tradición, no se come carne, he preparado un potaje de puerros y gambas.

INGREDIENTES: Medio kilo de garbanzos remojados el día anterior, 700g de gambas, 500g de espinacas, 3 puerros, dos zanahorias, unos dientes de ajo, dos rebanadas de pan del día anterior, dos huevos cocidos, un ramillete de perejil, un tomate, una hoja de laurel, aceite, sal y pimentón dulce (opcional).
 
 

PREPARACION:

1-  Escurrir los garbanzos, echarlos en una olla, encima picar un puerro, las dos zanahorias, tres dientes de ajo y el tomate. Añadir la hoja de laurel, el ramillete de perejil, un hilo de aceite, sal y cubrir de agua. Cerrar la olla y dejar hervir de 15 a 20 minutos (dependerá de la olla que se tenga).
 
 

2-  Mientras, poner una cazuela sobre el fuego con cinco cucharadas de aceite, picar dos puerros y dejar que se vayan pochando lentamente, Retirar y reservar.
 
 

3-   Cuando los garbanzos están cocidos, retirar el perejil y añadir las espinacas, bajarán enseguida al contacto con el calor.
 
 

4-  En el aceite sobrante de pochar los puerros (si fuese necesario se añadirá un poco más) se fríen las dos rebanadas de pan. Retirar y reservar. Cocer los dos huevos durante 10 minutos. Pelar las gambas.
 
 

5-   Poner en un vaso de la batidora los puerros pochados, los huevos cocidos y troceados, las rebanadas de pan y un poco del caldo donde cocieron los garbanzos. Triturarlo todo, Añadirlo a la olla donde están los garbanzos, remover para mezclar.
 
 

6-   En una sartén con un poco de aceite, echar dos dientes de ajo muy picaditos, esperar a que tomen color y añadir las gambas, ponerles el punto de sal y, cuando empiecen a encogerse, se retiran y se vuelcan sobre el potaje. Dejar que hierva todo junto unos minutos. Servir.
 
 

NOTA: Si queréis darle una nota de color al potaje, al triturar el puerro y el pan, añadirle una cucharadita de pimentón dulce o algo más, hasta obtener la coloración deseada.
 
 

Como verás, hoy me he extendido bastante con la carta, siempre hablo y hablo, bueno, tú sabes que me gusta más escribir, no me da pereza.

Te dejo un fuerte abrazo, uno muy especial, va cargado con el cariño de todos.

                           Kasioles 

domingo, 24 de marzo de 2013

DOS HOJAS ENAMORADAS Y UN APERITIVO DE SEMANA SANTA


Querida madre: Contemplando los 
árboles que veo a través de mi ventana, observo que las ramas todavía permanecen desnudas, el viento las bambolea y al mismo tiempo gotean, me las imagino llorosas debido a la continua lluvia que, durante estos días, riega la ciudad limpiándola de impurezas.


Muy pocas hojas quedan sujetas a las ramas, seguramente sean las más vigorosas, aquellas que, en la pasada primavera, lucían con más verdor y se aferraban con más fuerza a la rama madre.

























Será casualidad, pero estoy viendo dos hojas muy juntas, yo diría que se aman, se resisten a caer al vacío y ser arrastradas por el viento. 




Y por una vez, madre mía, no me he imaginado que esa hoja fueses tú, a ti te llevo en el corazón y no te separo de mí.

En ese momento me sentí hoja y me imaginé que era el amor el que estaba a mi lado.

El viento nos mecía y ese vaivén hacía que nos acariciásemos.

Entonces comprendí que no podíamos vivir separados.

Durante largo rato mantuvimos un eterno diálogo.

Yo lo contemplaba y veía su rostro de color marrón oscuro, seguro que él veía el mío igual, pero nada me dijo al respecto. 

Se limitaba a abrazarme con su largo pecíolo y me acariciaba dulcemente con las nervaduras de su haz por donde, en otro tiempo, circulaba la savia de un amor apasionado.

Me sentía tan feliz… Comprendo que seríamos dos hojas casi secas a punto de rematar nuestro caminar por la vida, pero…¡Qué unidas estábamos! ¡Qué bien nos sentíamos! En nuestro largo diálogo, tuvimos tiempo para recordar como nos conocimos. 

El nació primero y, unas semanas después, descubrió a su lado una yema chiquita que se abría a la luz del sol. 

La vio crecer y se enamoró, se dijo que cuidaría de ella toda la vida.  

Cuando el pequeño brote se transformó en hoja, descubrió a su lado a un apuesto galán, lleno de vida, mirándola embelesado.

Aquella primavera fue maravillosa, entre coqueteos, mimos y abrazos, nació un verdadero amor y un día se fundieron en un largo beso. 

Y…siguen ahí, abrazados, resistiéndose a separarse. 

Estoy segura de que una sonrisa de felicidad iluminaría mi cara pues.... al poco, oigo una voz: eeeeh!!! ¡Vuelve! ¿Se puede saber en qué estabas pensando?

Madre, este fin de semana están con nosotros Willi y su familia, lo celebraremos. Y ahora voy a contarte este entrante que se hace muy rápido:

INGREDIENTES: Una lata de mejillones grandes en escabeche, media pera, media manzana reineta, un trozo de cebolleta, medio pimiento verde y un trocito de rojo, aceite, una pizca de sal, vinagre, un poco del jugo de la lata de los mejillones y unas cebollitas balsámicas (para hacerlas se precisa un frasco de cebolletas en vinagre, cuatro cucharadas de azúcar y un chorro de vinagre de Módena)

PREPARACIÓN:

  • 1- Abrir la lata de mejillones y reservar un poco de su jugo.

  • 2- Picar la manzana, la pera, la cebolleta y los pimientos en cuadraditos pequeñísimos.
  • 3- Aliñar con aceite, vinagre y un poco del líquido de los mejillones. Reservar.
  • 4- Partir cada cebolleta en dos mitades. Poner en una sartén 3 cucharadas de azúcar y hacer un caramelo, añadir el vinagre y las cebolletas troceadas, dejar reducir un ratito todo junto. Reservar.

  • 5- Se presenta poniendo en el fondo de una cuchara un mejillón, se cubre con un poco de la vinagreta de frutas reservada y se decora con media cebolleta. 


Ayer hemos hecho este entrante para todos, hasta los niños se lo han comido, de más está el que diga que os animo a prepararlo. 

Y ya termino. Todos quieren mandarte un fuerte abrazo, al de ellos, uno el mío muy especial.

                          Kasioles