Querida madre: Cuando por prescripción médica me
dicen que debo estar con una “pata” en alto y moverme lo menos posible…Me sobra
tiempo para pensar y observo, como si de una extraña se tratase, las páginas de
mi vida.
¡Qué rápido se van pasando! Y cada amanecer, que
despierta a un nuevo día, me va acercando a la línea, donde la
tierra y el
cielo, se juntan en la lejanía. Allí se perderán mis pasos, mis sentimientos,
recuerdos y la felicidad vivida.
Los brotes que quedarán, en esta tierra bendita, los
quiero valientes y fuertes, deben estar preparados para afrontar, airosos, las
adversidades que les reserve la vida.
No deseo que me imiten y que tampoco hereden, este
corazón romántico y sensible que, aferrado a un pasado, transmite nostalgia,
desde que perdió los remos que
guiaban su vida.
Esto lo pienso ahora, pero tú, que me conoces bien,
madre mía, sabes que mientras esté por aquí, trataré de continuar el camino
donde la esperanza sea la luz que ilumine mi sendero y lo haré con alegría.
Madre, seguro que nuestros seguidores se estarán
preguntando: ¿Qué le ha pasado a Kasioles que tiene melancolía?
El otro día, al salir de la visita que suelo haceros
y regar las petunias, que muy bonitas lucían, pisé una piedra en el cementerio,
llevaba un zueco, no era muy alto, pero sí lo suficiente para torcerme un pie
y….
Tuve que ir al hospital a que me hiciesen radiografías,
no es muy importante, pero sí lo suficiente para que no me deje andar ni
meterme en la cocina.
Como allí sólo se ven penas, no es de extrañar que
mi entrada esté un tanto entristecida ¡Y
eso que sólo ha sido un esguince!
Y como no puedo ofreceros nada rico, he decidido
ausentarme y tomarme unas vacaciones.
Tenemos pensado marchar a primeros de Junio a
Chiclana y luego estaré en el pueblo.
Demás está el que os diga, que me acordaré de
vosotros, que os echaré de menos y que, seguro, seguro, no podré remediar la
tentación y publicaré algo para que sepáis que estoy bien. Lo deseo y espero
que sea cuanto antes.
En otra os contaré la historia de esa falda, la
compré en un mercadillo, daba pena verla, pero así la transformé.
Y ya que de manualidades estoy hablando, te mando
las fotos de las cortinas que le hice a Pi. Hace semanas que ya están colgadas
en su casa, ahora tengo que hacerle los paños a juego, para las dos mesas que
tiene en el salón.
Aprovecharé estos días de forzoso descanso.
Y como en mi blog no puede faltar amor, hoy quiero dejaros las vivencias de dos árboles que se amaron con pasión.
Se los regalé a
Anthony un año, por su cumpleaños. Hoy, su recuerdo, lo acompaño con una de
nuestras canciones.
Hoy he visto con sorpresa
Que mi árbol aún vivía
A punto de
secarse estuvo
La nostalgia le invadía.
Y cuando descubrí que el tuyo
Dejó de brotar un día
Abandoné a su suerte
A su tan fiel
compañía.
Fueron dos preciosos árboles
Que te regalé aquél día
Eran árboles de amor
¡Qué felices se sentían!
El uno, enfrente del otro
Se acariciaban en vida
Compartían los momentos
De la dicha que sentían.
Al amanecer charlaban
Y por las tardes reían
Por las noches con caricias
Hermosos sueños tenían.
Y cuando uno murió…
Sentí que mi corazón partía
Y abandoné al otro
Pues ilusión no tenía.
Y hoy, al paso de los años,
Descubro con alegría,
Que el árbol vuelve a brotar
¡Sigue fiel al amor de su vida!
Antes de finalizar esta carta, quiero deciros que
intentaré leeros siempre que pueda. Os quiero a todos y os llevaré en el corazón.
Madre, tú y yo, seguiremos en contacto.
Cariños en abrazos.