Querida madre:
Después de lo que te conté en la otra carta, seguro que tú te has hecho la
misma pregunta que yo ¿Qué es lo que le pudo haber pasado a Sandro?
Después de aquél
abrazo tan sincero… ¿Cómo podía esperar algo así?
Permanecí un rato
sentada en el sofá, estaba enfadada, pero pronto recordé unas palabras que, en
su día, me habían ayudado “No permitas que nadie tenga el poder de enojarte”.
Al poco, ya se
había disipado mi mal humor.
Como estaba
arreglada, decidí salir a la calle e ir al centro, compraría un molde de
silicona que necesitaba para hacer un bizcocho.
Enfrente de casa,
tengo la parada del autobús nº 1 que inicia ahí su largo recorrido.
Como estaba vacío,
me senté en uno de los asientos que da al pasillo y está al lado de la puerta
de salida.
En la parada
siguiente subió un Sr y, pese a tener sitios donde elegir, se le antojó
sentarse a mi lado, en el otro asiento que da a la ventanilla.
Muy correcto, me
dio los buenos días y dijo que nos esperaba una mañana primaveral.
Ya era hora,
contesté, se agradece que se hayan suavizado las temperaturas, demasiado calor
hemos pasado este verano.
Tenía ganas de
hablar, me contó su historia y, muchas veces, he llegado a preguntarme ¿Qué
verá la gente en mí para que, sin conocerme de nada, les inspire confianza y me
cuenten su vida?
Madre, como no
quiero alargar demasiado la carta, ya te seguiré contando en la próxima.
Cuando llegué a
casa, la figura de Sandro y el tono de su voz, seguían martilleando mi cabeza.
Escribí pensando en
él:
Quisiera olvidarte
No debo pensar en ti
Pero al despertar
al alba
Vuelvo a recordar
tu nombre
Y el abrazo que te
di.
Surgiste en mi vida
Después de una
eternidad
Trajiste a mis días
Alegría y
felicidad.
Despertaste un
pasado
Que dormía en paz
Podíamos revivirlo
Pero no fuiste
capaz.
Intentaré que el
ayer
Se aletargue en el
olvido
Junto con risas de
niña
Y aquél apretado
abrazo
Que en el tiempo se
han perdido.
Y ahora, voy a seguir
la receta de un bizcocho de chocolate y peras que encontré en uno de los libros
que me han regalado mis hijos el año pasado (Caroline Bretherton), utilizaré el
molde que acabo de comprar.
INGREDIENTES: 125 g de mantequilla
ablandada, 125 g
de azúcar moreno, 4 huevos grandes, 250 g de harina, un sobre de levadura (o harina
para bizcochos, que ya la lleva) de
cacao en polvo, tres pastillas de chocolate negro en trocitos, dos peras, 150
ml de leche y azúcar glass para espolvorear.
PREPARACIÓN:
1- Poner en un bol la mantequilla ablandada y
el azúcar moreno.
2- Con una batidora eléctrica, batirlo hasta
que quede una mezcla clara y cremosa.
3- Incorporar los huevos de uno en uno y seguir batiendo para mezclar.
4- Cuando tengamos todos los huevos incorporados,
ir añadiendo, poco a poco, la harina mezclada con la levadura y seguir
batiendo.
5- Deberá quedar una mezcla homogénea.
Reservar.
6- Pelar las peras, cortarlas en gajos,
sacarles las semillas y trocearlas.
7- Añadir a la mezcla reservada el cacao, el
chocolate rallado o en trocitos muy pequeños y las peras en dados.
8- Incorporar la leche.
9- Mezclar bien con ayuda de una varilla o una
cuchara.
10- Verter el preparado en el
molde y llevarlo al horno, (precalentado a 180º), hasta que esté completamente
cocido y haya subido, tardará de 35
a 45 minutos.
11- Cuando está, se retira del
horno y se deja templar antes de desmoldarlo.
12- Desmoldar y espolvorear con
azúcar glass.
13- Decorar a gusto.
Y ahora quiero
mandarte un montón de cariños y abrazos de todos para todos.