Querida
madre: El otro día, estando en el pueblo, he encontrado esta carta, la había
escrito a últimos de verano (en uno de esos ratos tranquilos en los que
aprovecho para hablar contigo) y, como todavía estaba sin enviar, me ha parecido oportuno hacerlo ahora, dice así:
Se han disipado las nubes, el cielo está de un azul transparente y junto con el verdor de los cedros, el paisaje forma un bello conjunto.
Hay un gallo cercano que no para de cantar, siempre está dispuesto a dejarse oír, no quiere perder su protagonismo.
Por lo demás, todo está tranquilo, hasta los pájaros, que siempre suelen despertarme, están más sosegados, apenas se les oye ¡satisfechos tienen que estar al haber acabado con los frutos del moral y parte de las uvas que empezaban a madurar!
He vuelto al pueblo con tres de tus biznietos, sus padres se han ido a navegar y ellos se han quedado encantados conmigo.
Sin
querer, pienso en él y en lo mucho que ha cambiado mi vida desde que se ha ido,
no te puedes imaginar el esfuerzo que tengo que hacer para seguir adelante sin
vosotros.
¡Por favor! ¡Regresa a mí!
Hago
un alto en mi rutina diaria
Me
paro, porque me acuerdo de ti,
Te escribo estas letras, amor mío,
Pues
no dejo de pensar en lo feliz que fui.
Hay
amores que permanecen en el tiempo
No
se oxidan y no dejan de crecer
Mi
amor por ti se hace inmenso
Aunque
pueda ser difícil de entender.
Yo
quisiera esas tardes a tu lado
Y
las noches de pasión hasta el amanecer
Yo
quisiera dar marcha atrás al tiempo
Para
poder amarte aún más que ayer.
Quisiera
esos otros ratos en calma
En
que las horas dejábamos pasar
Soñábamos
con una larga vida juntos
Sembrada
de amor hasta el declinar.
Soñábamos
con caminar unidos
Pese
a hacerlo con lentitud al andar,
Lo
importante era compartirlo todo
Hasta
ese otro tipo de amor, tan tierno,
Que
nos uniría todavía más.
Y
ahora, como lo prometido es deuda, paso a preparar una rica costilla de cerdo
al horno.
INGREDIENTES:
Dos o tres tiras de costilla de cerdo, uno o dos sobres de sopa de cebolla
(dependiendo de la cantidad de costillas que necesitemos), una lata de
coca-cola, un vaso de vino blanco, medio vasito de aceite de oliva, tres o cuatro dientes de ajo, sal gorda,
pimienta y si gusta, un poco de salsa picante. De guarnición unas patatas
panadera.
PREPARACIÓN:
1-Quitar
el exceso de grasa a las costillas y salpimentarlas.
2-
En un mortero, con un poco de sal gorda, machacar tres dientes de ajo con bastantes
hojas de perejil. Añadir un chorro de aceite y el vino blanco. Remover para
mezclar. Si gusta un punto picante, añadirlo con el vino.
3-
Con este preparado, pincelar las costillas por las dos caras. Dejar macerando
toda la noche en el frigorífico.
4-
Al día siguiente, colocar las costillas en una bandeja de horno y extender el
sobre o sobres de cebolla por encima de ellas, hacer lo mismo por la otra cara,
presionar un poco con los dedos para que la cebolla se quede adherida a la
carne.
5-
Regar todo con el bote de coca-cola.
7-
Pasada una hora, más o menos, se les da la vuelta. Repetir la operación pasada
otra hora y así hasta que veamos que la carne se retrae y una parte del hueso
queda al descubierto. El asado durará unas tres horas.
8-
Cuando la carne está en su punto, podemos tirar de cada uno de los huesos,
saldrán limpios y con facilidad.
9-
En una fuente que pueda ir al horno, preparar la guarnición: Cortar las patatas
en rodajas, los pimientos en tiras, la cebolla en juliana, salar y regar con un
chorro de aceite y un poco de vino blanco. Hornear hasta que las patatas estén
tiernas.
10-
Ya sólo queda servir y degustar.
Y ya
me despido hasta la próxima semana, ahora me toca ir a la cocina para
adelantar la comida de mañana, los
espero a comer.