Querida madre: Esta semana, al escribirte, tengo como música de fondo una melodía que me ha mandado una amiga a la que quiero mucho, su título es: The Universe- Reboutsika Euanthie.
Mientras la
escucho, dejo volar mi imaginación y viene a mi memoria una puesta de sol, al
año siguiente de haber conocido a Anthony. Pese a estar sentados en una terraza
frente al mar, siento que las olas me mecen al compás de las caricias de su
piel en mi piel, me tiene cogidas las manos.
Y ahora, que vuelvo
a mirar a través de mi ventana, acabo de ver a mi urraca. Es ese puntito negro
que se ve en lo alto de una de las chimeneas.
Y voló muy lejos y sentí envidia. En este
momento, quisiera ser pájaro, traspasar las nubes y volar muy alto, quiero ir a
tu encuentro, sentir ese abrazo, cuando me mecías, estando en tus brazos.
Si yo pudiera…
¡levitar querría! Tan solo por volver a tener la sensación de ese calor y
ternura que tanto bien me hacía. ¡Madre! ¡Cuánto te quería!
Y de vez en cuando,
los recuerdos llegan, no voy a buscarlos, pero un simple pájaro, trae a mi
memoria, los momentos dulces de aquél
nido vuestro, en el que, un buen día, desperté a la vida ¡Qué feliz he sido!
¡Cuánto me queríais!
Por mucho que
hiciera y mil años viva, sería imposible devolveros todo el amor que me habéis
dado en vida.
Y una voz interior
me dice: ¡Vuelve Kasioles! ¡Regresa a la realidad de tu vida! Y me doy cuenta
que lloro pues, en este momento, no he podido evitar recordar despedidas.
Y mientras a unos
ya se les ha parado el reloj de la vida, los que quedamos aquí, nos damos
cuenta de que nos han dejado libres las primeras filas ¡Es ley de vida!
Madre, mi intención
era la de haber seguido hablándote de las urracas, pero he dejado rodar mis
pensamientos y tomaron otro rumbo, queda pendiente el tema para la próxima
carta.
Y por no perder la
costumbre, hoy voy a dejarte otra receta, es algo dulce, una tarta de piña.
INGREDIENTES:
Bizcochos de soletilla (los suficientes para poder cubrir la base del molde),
una lata grande de piña en su jugo (de 850g, trae 8 rodajas) y dos latas
pequeñas (de 227g, cada una trae 4 rodajas más pequeñas), medio litro de nata
para montar, dos sobres de gelatina de piña (de 85g cada uno), una cucharada de
azúcar glas y guindas para decorar.
ELABORACION:
1- Abrir las latas de piña. Poner
en un cuenco un poco del jugo de la piña. Remojar en él los bizcochos e ir
cubriendo con ellos el fondo de un molde desmontable. Meter el molde un rato en
el frigorífico. Mientras…
2- Poner en un cuenco siete
rodajas de piña de la lata grande y seis rodajas de las otras latas bien
escurridas. Reservar para la decoración las restantes. Triturarlas bien con una
batidora eléctrica. Reservar.
3- Montar un poco la nata, no
llegar a hacerlo totalmente (para que la nata se monte, tanto el recipiente
donde se vaya a hacer, como la nata, deberán estar muy fríos, mejor tenerlos en
el frigorífico) añadirle la cucharada de azúcar glas poco a poco. Reservar.
4- Poner en un cazo unos 200 cc
del jugo de piña, colocarlo sobre el fuego y dejar que hierva. Echar los dos
sobres de gelatina, retirar del fuego y remover hasta que se disuelva
totalmente. Dejar templar unos minutos.
5- Pasado el tiempo, en el cuenco donde tenemos la nata, le añadimos
la piña triturada y la gelatina templada. Remover para mezclarlo todo bien.
6- Sacar del frigorífico el molde
y volcar en él la mezcla preparada.
7- Volver a meterlo en el
frigorífico y dejarlo unas horas, con 4 son suficientes. Se puede hacer de un
día para otro.
8- Sacarlo, pasarle la punta de
un cuchillo por todo el borde, abrir el aro y desmoldarlo.
9- Decorar con las rodajas de
piña reservadas y unas guindas.
Acabo ya, pero
antes quiero dejarte un fuerte abrazo con cariños para toda la semana.