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sábado, 18 de febrero de 2012

HOY LENTEJAS, SI LAS QUIERES LAS COMES Y SI NO….

Querida madre: El tiempo no se detiene y tampoco los acontecimientos.

Hoy hemos asistido al funeral de una amiga, se fue, se le acabó su tiempo. Es triste pensar así, pero a los hechos me atengo.

Y si lo digo, no es porque no me haya afectado, Anthony y yo, la echaremos de menos.

Hoy le he escrito una carta a su hermana, las dos vivían juntas y comprendo lo triste que debe estar, por esta razón, quiero compartir con ella ese sentimiento.

Querida Rosario: En este tren de la vida, en el que todos tenemos cabida, yo ya he visto bajar, muy a mi pesar, a personas muy queridas: primero fueron abuelos, luego padres y yo, ahora, estoy en primera fila.

Siento, de corazón, que a tu hermana le haya tocado iniciar la partida, se apeó en su estación, Dios lo tenía así destinado, ayer le dimos nuestra despedida.

¡Qué puedo contarte yo, para consolarte, amiga, cuando años llevo ya tratando de superar la pérdida de mi madre querida!

Carezco de argumentos para aceptar y comprender su partida. Todos nos podrán decir ¡es ley de vida!

Pero nosotras sabemos, que en cada partida, nos arrancan un trocito de corazón que se llevan a la otra vida.

Rosario, mi querida amiga, Anthony y yo siempre la veíamos cuando íbamos a los conciertos de la Orquesta de Castilla, antes de entrar, charlábamos un rato y nos preguntábamos por la familia.

A ella le encantaba la música, era pura alegría, hoy, para recordarla, que mejor que escuche este Adagio de Albinoni que tengo como música de fondo de las cartas que escribo recordando a la madre mía. Hoy también va para ella, deseo que descanse en paz al compás de las notas de esta bella melodía.

Para ti, querida amiga, no tengo una receta fácil para librarte de ese vacío que ha dejado en tu vida, deseo que el tiempo corra y, poco a poco, con el viento de sus días, vaya borrando la huella que nos ha dejado en vida.

Te dejo un fuerte abrazo en el corazón.

                                     Kasioles

Ahora recuerdo que he encendido mis pucheros y me estarán esperando para que los rellene con la receta del día.

Ayer he puesto a remojar unas lentejas, con estos fríos, nos vendrán de maravilla.

Yo las hago con muchas verduritas, salen buenísimas.


INGREDIENTES: 300 gramos de lentejas pardinas, (son esas pequeñitas), 2 zanahorias, un puerro, media cebolla, dos dientes de ajo, una patata, medio pimiento verde y medio rojo, una hoja de laurel, un hueso de jamón, un buen chorizo, unos dados de jamón serrano, pimentón dulce, aceite, sal y agua.

 
PREPARACIÓN: El día anterior, poner a remojar las lentejas con el hueso de jamón.
Al día siguiente, escurrirlas bien y ponerlas en una olla junto con el hueso de jamón y todas las verduras finamente picadas, en daditos, por último, añadir el chorizo entero, el jamón en dados, la hoja de laurel, los ajos picados, una cucharada de pimentón y un hilito de aceite. Cubrir con agua, no demasiada para que no queden excesivamente caldosas. De momento, no salar.

Si se hacen en olla a presión, es mucho más fácil, cerrar la olla, y cuando salgan las rayas, contar 15 minutos.

Pasado el tiempo y cuando la olla ya no tenga presión, se destapa, se corta el chorizo en rodajas y se prueba de sal y se rectifica a gusto.

Llegar a casa con frío a las tres de la tarde, subir en el ascensor y antes de abrir la puerta, oler este puchero, es una forma de que la mujer atraiga al marido con este plato tan sencillo y suculento.

Acabo por hoy, pero antes de hacerlo, voy a dedicarte algo madre, se me está ocurriendo.


¡Qué rápido se pasa el tiempo!
Cuando recuerdo aquél día
El de tu último aliento

Siento partírseme el alma
Y se aviva el sufrimiento.

Yo no quisiera pensar
Ya sé que la vida es eso
Un vivir y un estar
Y un día partir en silencio.

Pero a veces, sin querer
Aparecen los recuerdos
Y la tristeza me invade
Al ver que ya no te tengo.

Descansa en paz, madre mía
No pienses en mis lamentos
Se me pasarán mañana
Cuando sueñe con tu beso.


Y ahora si que me despido. Quiero enviarte ese abrazo de todas las semanas, pero con mucho, mucho cariño.

                         Kasioles