Querida madre: Seguíamos en Nerja y los dos primeros días de calor no supimos aprovecharlos bien, lo digo porque, en lugar de ir a la playa y dejar que el sol acariciase nuestra piel oculta tras un largo invierno, nos dedicamos a recorrer el pueblo y pasear por sus siempre transitadas calles, estaban llenas de tiendas pequeñas dedicadas al turismo, todas ofrecían lo mismo: ropa de playa y souvenirs.
Un
paseo nocturno por el Balcón de Europa (Así lo bautizó el rey AlfonsoXII) y
otro disfrutando de la transparente luz matinal, es algo que nadie debería
perderse cuando se va a Nerja.
Al
tercer día todo cambió, el cielo apareció cubierto de nubes y el sol se ocultó
tras ellas, al poco, un viento huracanado aceleraba nuestro caminar, nos hacía
correr ¡Y nosotras que pensábamos ir a la playa!
¿Donde
encontrar un restaurante con comida que no estuviese orientada al turismo
extranjero?, era una buena opción para compensar el día.
su carta, descubrimos unas coquinas y una fuente de pescaditos fritos y variados que, acompañados con un buen vino blanco, sería el maridaje perfecto ¡Habíamos acertado!
llamada al aquelarre que al aire enfurecido de Nerja. Para amenizar, alguna lata vacía que alguien había tirado en la calle, se movía de una acera a la otra y era el complemento perfecto para aquella “sinfonía orquestal” que acunó mi sueño hasta que, ya rendida, pude quedarme dormida.
Otro
de los días, no pudimos remediar la tentación de visitar ese pueblecito que
está considerado como uno de los más bonitos de España: FRIGILIANA. En mi
próxima carta adjuntaré fotos para que todos admiren sus paredes blancas con
puertas y ventanas azuladas.
Cuando
después de deshacer un largo camino de más de 700 kms y regresar a casa, no he
podido por menos que decir: ¡Hogar, dulce hogar!
en época vacacional
tiene
fama de apacible
y ser
remanso de paz.
El
Mediterráneo que yo vi
no
mostraba serenidad,
alguien
lo había airado
y
exteriorizaba su furia
como
viento en huracán.
aún
quisimos conocer
la que
solía ser playa
concurrida
por la vecindad.
Allí
solo había agua y rocas
su ira
se había tragado todo el arenal.
Y para sosegar a este enfurecido mar, nada mejor que escuchar esta dulce canción de ROSANA
Este año, y de casualidad, hemos llegado a tiempo de probar las cerezas de un árbol que Anthony había plantado antes de su partida, son los pájaros los que llegan antes que nosotros, pero de esta vez… aún hemos llegado a tiempo para probarlas.
Les he
hecho a mis cuñados un CLAFOUTIS DE CEREZAS, aquí os dejo la receta que acabé
haciéndola a mi aire, me ha llamado y me ha dicho que estaba riquísimo.
INGREDIENTES:
Más o menos, unos 350g de cerezas, 3 huevos, 125g de azúcar, un puñado de
almendras sin tostar, harina de trigo (en total, al mezclar con la harina de
almendra, hay que tener 125g), 250ml de leche y azúcar glas para espolvorear
por encima una vez salido del horno.
PREPARACIÓN:
1-
Forrar un molde de 22cm con papel de hornear. Precalentar el horno a 180 grados
con calor arriba y abajo.
2-
Triturar el puñado de almendras hasta convertirlas en harina. Reservar.
3-
Dividir cada cereza en dos para sacar el hueso. Reservar.
5- En
un bol poner los tres huevos con el azúcar, batir para mezclar.
6- Una
vez que hemos mezclado la harina de almendras con la de trigo hasta obtener
125g, se va incorporando poco a poco al batido de los huevos y azúcar, mezclar
bien para que no haya grumos.
7- Por
último, ir añadiendo poco a poco la leche, mezclar bien, quedará como un batido
ligero, sin consistencia.
8-
Volcar suavemente sobre el molde de las cerezas y meter al horno ya
precalentado a 180 grados durante unos 40 minutos más o menos.
9-
Pasado el tiempo, retirar, dejar templar, desmoldar y presentar espolvoreado de
azúcar glas.
El año
pasado hice uno con fresas, también lo regalé, pero me imagino que estaría
bueno, buenísimo. ¡Y pensar que yo todavía no he probado un clafoutis …! Ya es
un poco tarde para darme cuenta que también debería preocuparme por mí.
Kasioles