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sábado, 19 de junio de 2010

NUBARRONES DE TRISTEZA CON BACALAO EN AJADA


Mi querida madre: Hoy, 19 de Junio, hace ya tres años que has emprendido ese largo viaje, día tras día, no he dejado de acordarme de ti ¡si supieras la de veces que menciono tu nombre!

Cuando me surge cualquier problema, por pequeño que sea, siempre me digo: Si mi madre estuviera conmigo....

A tu lado, madre mía, no había penas, tienes la virtud de buscar el lado positivo a todo aquello que altera el ritmo normal de nuestras vidas y de encontrar salidas para aquello que perturba nuestro sueño.

Cuando no tenemos grandes problemas, muchas veces hacemos que, un simple grano de arena, nos parezca una gran montaña. Y lo peor del caso, es que lo creemos, lo vivimos, lo sentimos y, en ocasiones, tememos nos aplaste. No encontramos la salida. Todo lo vemos negro.

Hoy, mi día, es de un color gris oscuro, muy oscuro. He tenido que ir al Tanatorio La Salvación.

Ayer, al anochecer, nos comunicaron que había fallecido el hermano de Pura Colomer.
Yo, a su hermano, no lo conocía, pero ella, junto con su marido, son amigos nuestros, sobre todo de Anthony, se conocen desde que eran niños.

Cuando llegamos, había muchísima gente, no teníamos donde aparcar. Si el Tanatorio tiene siete salas, todas estaban ocupadas. Allí se habla, se ríe, se acompaña, se saluda, se besa, se abraza, se comenta, se pregunta y se acaba charlando de la comida que todavía tienes sin preparar o del partido de fútbol que se jugará el próximo domingo.

El muerto yace, rodeado de coronas de flores, en su ataúd tras el cristal de un “escaparate”.
Nadie repara en él, no se le mira, no se le reza, a la muerte se la teme, es un tabú, mejor no afrontarla.

El asistir a un Tanatorio, se ha convertido en un acto social más.

Hay que dar el pésame a los amigos y familiares, unos lo sentirán, no lo dudo, otros, al contrario, acudirán por puro compromiso.

Después de llevar un rato allí, la gente se cansa, con cualquier pretexto, sale de la sala y se va a la cafetería, fuma, bebe, se toma un café para espabilarse y se sienta en los bancos que hay a cada lado de los pasillos donde pueden, con más libertad, levantar un poco el tono de voz para seguir hablando.¡ Basta ya !

Cuando yo me muera, no quiero todo este falso protocolo, ya dejaré bien claro lo que quiero que hagan conmigo.

Tu y yo, madre mía, tenemos hecho un pacto, cuando Dios nos llame, estaremos juntas. También quiero que Anthony esté a mi lado.

No te he engañado al decirte que hoy tenía un día casi negro, estoy triste.

Las pocas veces que pensamos en la muerte, no lo hacemos en la nuestra, simplemente pensamos en la del otro. ¡Qué ilusos!

La muerte, un buen día, nos toca en el hombro a modo de saludo, y uno, sin apenas salir de su asombro contesta: ¿Quién? ¿Yo? La muerte responde: Si, tú, ¡Ven!

Para que veas que no exagero en todo lo que relato, paso a enviarte lo que he recogido de la conversación de un grupo de señoras que levantaban la voz sin darse cuenta.

La que no había preparado comida, decía que lo tenía fácil.

Cuando llegue a casa, pondré en un puchero agua, media cebolla y dos hojas de laurel, dejaré dar un hervor, añadiré unas patatas troceadas y, cuando vayan estando a punto, incorporaré unos trozos de bacalao que he comprado ya desalado, seguiré dejándolo todo junto unos minutos más y retiraré del fuego, ( habría que probar el punto de sal, esto lo digo yo ).

En una sartén, pondré un buen chorro de aceite, doraré en él unos dientes de ajo fileteados, echaré pimentón dulce y un poco del agua donde ha cocido el bacalao (la que sobra, me imagino que la tirará, le saldría aguado si la utiliza toda), mezclaré bien y volcaré el contenido de la sartén sobre el bacalao y patatas.

Esta ajada, te resultará familiar, tú y yo, la utilizábamos también para la merluza.

Acabo ya, pero antes, quiero decirte que, hasta que la muerte llame a nuestra puerta, te escribiré muchas cartas, te repetiré una y mil veces lo mucho que te quiero.
No olvides de darle un fuerte abrazo, de mi parte, a tu vecino Josep, me acuerdo mucho de él, le imagino tan solo…
Besos y abrazos de toda la familia. Kasioles

domingo, 13 de junio de 2010

LA GAMELA, SEGUIDORA DE MI BLOG

Buenos días, madre: Hoy estoy contenta ¿sabes que me ha contestado La Gamela?

Al abrir esta mañana el correo, me encontré con sus cariñosas letras.

Pero….¿sabes quien es? ¿te he comentado algo de ella? Tengo mis dudas.

Gamela es una de las primeras seguidoras de mi blog. De casualidad, Lucho dio con su dirección de correo y yo, un buen día, le escribí.

Pero Gamela es mucho más, no sólo se limita a leer nuestras cartas, ella tiene un blog de cocina precioso, sus recetas, sus vídeos y todo el colorido envolvente, son dignos de toda nuestra atención.

Gamela, es una gallega con ideas, creativa y llena de sensibilidad ¿cómo si no iba a leer nuestras cartas?

Me dice que tienes suerte al tener una hija que te quiera tanto.

Yo pienso lo contrario, la suerte es mía, soy una privilegiada, lo repito muchas veces, tú, madre mía, reúnes todas las cualidades que pueden definir a una buena madre, a una gran madre.
Junto con papá, (q.e.p.d) lo habéis dado todo por nosotros.

En los años siguientes a la guerra, habéis luchado, trabajando con ahínco, para nuestro bienestar, queríais que estudiáramos, y eso, en aquellos tiempos difíciles…… Era pedir demasiado.
Con vuestro esfuerzo, lo habéis logrado ¿cómo podríamos agradecéroslo?

Vuestra constancia, vuestra entrega, es algo que hemos mamado, ha quedado tan impresa en nuestros corazones, que tendríamos que vivir dos vidas, para poder corresponderos en todos vuestros desvelos al habernos criado, mimado y educado.

Madre, lo mío no es tan solo agradecimiento, yo te adoro y te respeto, te admiro tanto….. Quisiera ser como tú.

No quiero acabar esta carta sin antes enviarte la receta de una merluza (cualquier otro pescado sirve) al horno, sobre una cama de verduritas pochadas.

En este momento, estoy pensando también en La Gamela, va para las dos, con ese pescado tan fresco que hay en las costas gallegas, esta receta tiene que salir deliciosa.

La hice hace pocas semanas, les ha gustado, incluso a los más pequeños, se lo han comido todo sin protestar.

Como sabes, nos juntamos muchos, y la merluza que compré era grande.

Le mandé al pescadero me la abriera a la espalda, es decir, la dejase como un abanico. También le pedí me reservara la cabeza y la espina central para hacer un caldito de pescado.

Poché, en una sartén con un poco de aceite, tres cebollas picaditas, añadí dos pimientos verdes troceados, puse el punto de sal y dejé se fuese haciendo lentamente.

Mientras, puse un puchero con agua sobre el fuego, metí las raspas de la merluza, una rama de perejil, un casco de cebolla y la parte verde de un puerro. Hay que dejar cocer durante un cuarto de hora, pasado el tiempo, se cuela y reserva el caldo.

Cuando el sofrito está, le eché por encima un poco del caldo reservado y un chorro de vino blanco.

Extender todo el contenido de la sartén en la bandeja del horno, haciendo como una cama. Quedará con bastante líquido, no importa, evitará se reseque la merluza.

Salar el pescado por las dos caras, colocarlo encima del sofrito, echarle por encima un hilito de aceite de oliva, meter a horno precalentado a 200 grados, se hará en media hora más o menos.

Un poco antes de que esté, poner una sartén sobre el fuego con un poco de aceite, echar, muy picaditos, tres dientes de ajo, cuando empiecen a tomar color, añadir las colas de unas gambas peladas, saltearlas, espolvorear todo con perejil picadito y un chorrito de limón (si gusta, queda muy rico echándole un toque picante, unos aritos de guindilla) volcar por encima de la merluza y apagar el horno, dejar unos minutos al calor y servir.

Te mando la foto, la merluza era tan grande que sólo fotografiamos la mitad.

Lo que si puedo decirte, es que está jugosísima y les ha gustado.

Para ti, y si quieres llevarle la prueba a tu vecino, con una pescadilla no grande, es suficiente. Al sofrito tan solo echa una cebolla, un pimiento de los italianos, no son muy grandes, un vasito de caldo y otro de vino.
Es hora de que prepare nuestra comida. Anthony siempre llega puntual. Le recibiré con un rico olor a patatas guisaditas con carne y unos guisantes.

Recibe un abrazo muy fuerte de todos nosotros. Siempre te recordamos y mencionamos.

Besos. Kasioles