Con el texto que escribiré a continuación, aprovecho para recordar y felicitar a una amiga que, con su tesón, se ha ganado un hueco entre las jóvenes poetisas de este siglo, es ASUNCIÓN CABALLERO, más conocida como MASCAB. En su blog: LA REBELDÍA DE UNA CINCUENTAÑERA, nos invitaba a que escribiéramos un relato usando cinco palabras: Pirámide, arena, ocaso, sauce y boreal.
Cierro los ojos y…
Como día especial, por ser San Valentín, estoy ilusionada arreglándome para salir con él.
Anthony ya había hecho la reserva en el restaurante Pirámide, está muy cerca del sauce que vimos crecer, y yo quiero llegar antes del ocaso para poder poder sentarnos en la misma mesa de años atrás, la que tiene las mejores vistas al mar y desde donde se aprecia el suave vaivén del agua acariciando la arena de la playa.
Mientras me ponía el rojo vestido largo, que me había regalado para la ocasión, no he podido por menos que recordar lo que nos había ocurrido hace años.
En el momento que uníamos nuestras manos y nos declarábamos amor, el
cielo, de pronto, se iluminó formando columnas de luz de diferentes tonalidades, era algo mágico, precioso, por un momento hasta creí que cupido nos había trasladado a Noruega y presenciábamos una maravillosa aurora boreal.
Como de repostería sé muy poco, me he decidido por algo tan simple que ni necesita horno, es más, hasta he aprovechado un turrón de jijona que no se había comido todavía.
INGREDIENTES: Un paquete de galletas integrales (sirve cualquier galleta) y 75- 80g de mantequilla, son para el asiento de la tarta. Si la base os gustase más fina, reducir las cantidades.
Para el relleno se necesitan: 250 cc de nata para montar, 250 cc de leche, una cucharada de azúcar glas y otra de miel, seis hojas de gelatina, una tableta de turrón de jijona y almendra crocanti para decorar o lo que se nos ocurra, todo vale.
PREPARACIÓN:
1- Triturar las galletas y derretir unos segundos la mantequilla en el microondas.
2- Poner las hojas de gelatina a remojar en agua fría.
3- Mezclar las galletas trituradas con la mantequilla y cubrir la base de un molde redondo desmontable, presionar para que el fondo quede todo igualado. Mientras se prepara el relleno de la tarta, meter el molde en el frigorífico para que la galleta se endurezca.
6- Verter esta mezcla sobre las galletas, hacerlo muy lentamente, yo la fui echando sobre la parte convexa de una cuchara grande, es para evitar que se formen huecos en la galleta y siga compactada. Tapar el molde con papel film y volver a meter en el frigorífico durante unas horas, debe cuajar bien para que se pueda desmoldar con facilidad.
7- Le añadí crocanti por encima y laterales para decorar. Y ahí estaba, en pie, sin desmoronarse y entendí que hasta quería que le hiciese una foto para la inmortalidad. ¡Ni yo misma me lo podía creer!
Y ya, para terminar, solo me queda enviaros besos y abrazos para todos vosotros que ya estáis en esa otra dimensión y recuerdo día a día.
Kasioles