Querida madre:
Prometí contarte algo de la Comunión de tu biznieta Laura y lo hago encantada.
Todavía me parece estar reviviendo la alegría de ese día.
Siempre recordaré
ese segundo domingo de Mayo en el que,
pese a salvar algunos inconvenientes, nos hemos podido reunir todos.
Tu nieto Willi tuvo
que venir con dos muletas, unas semanas atrás le habían soldado un menisco y
todavía no podía apoyar bien el pie.
Lucho salía de guardia y tuvo el tiempo justo para arreglarse y llegar puntual.
La parroquia, muy
pequeña para acoger a tantos invitados, estaba adornada con plantas y flores
para recibir a los niños.
Todos los que hacían la Comunión, de una u
otra forma, participaron en la Misa, ha sido un acto muy emotivo.
Tu biznieta fue la
primera en leer unas palabras de bienvenida
Como había tanta gente, difícil ha sido hacerle fotos pero, después de eliminar muchas en las que la tapaban las cabezas de los asistentes he logrado ésta.
¡Mira lo alta y
linda que está ahora! ¡Con lo chiquitina que la has dejado!
Y como aquella
tradición de tomar un chocolate con churros o hacer una comida familiar ya se
ha pasado a la historia, acabamos, los 50 que éramos, en un hotel- restaurante
donde nos sirvieron una estupenda comida.
Por la tarde, los
más pequeños, disfrutaron revolcándose en unos hinchables que tenían preparados
en los jardines del hotel y unos animadores guiaban sus juegos.
Pero, cuando se
disfruta al máximo y uno se siente feliz, esos momentos se escapan muy rápido,
aunque desearíamos que no tuviesen fin.
Las horas seguían
su caminar, muy ajenas a nuestro sentir.
Pronto el sol ya se
escondía y nos tuvimos que despedir.
Como el día tenía
que ser completo, por eso llevé al cementerio los centros de flores que
adornaban nuestra mesa, en ellos os dejé el cariño de todos.
Cuando llegué a
casa, recordé a mis hijos y nietos, me puse a escribir pensando en ellos:
EN CORAZONES DE
NIETOS
TENGO UN TESORO
ESCONDIDO
SON BROTES DE LOS
ESQUEJES
QUE DIOS ME OTORGÓ
CONTIGO.
NUNCA LLEGUÉ A
IMAGINAR
QUE, EN UN DÍA COMO
HOY,
YA NO ESTUVIERAS
CONMIGO
¡JUGUETE DEL
DESTINO SOY!
¡QUÉ MAL SE PORTÓ
CONMIGO!
MIRANDO A SUS OTROS
ABUELOS
QUE FELICES
SONREÍAN,
VIENDO A LAURA
COMULGAR,
SANA ENVIDIA YO
SENTÍ
AL VERME SOLA Y SIN
TI.
AÚN ASÍ, REÍ DE
FELICIDAD
MÁS DE DIEZ BRAZOS
ABIERTOS
SENTÍ QUE ME
RODEABAN
ABRAZABAN Y BESABAN
¡ELLOS ME DABAN LA
PAZ!
Y como ya llevo
mucho tiempo alejada de la cocina, hoy vuelvo para dejaros, aprovechando que
hace calor, esta rica ensalada que suele gustar a todos.
INGREDIENTES: 300g
de langostinos congelados, tres mandarinas, una endibia, medio paquete de
canónigos, dos cogollos de lechuga, 150 gramos de nueces, sal, aceite de oliva
y vinagre.
PREPARACIÓN:
1- Cocer los langostinos congelados en agua
hirviendo con sal y unas hojas de laurel (se recomienda echar por cada litro de
agua, 50 gramos de sal gruesa) dejarlos unos 3-4 minutos dependiendo del
tamaño. Retirar y sumergirlos en agua fría con unos hielos para que queden
tersos Escurrir y reservar. Otra opción, es comprarlos ya cocidos.
2- Pelarlos, quitando la cabeza y pieles,
reservar sólo las colas.
3- Pelar las nueces, reservarlas.
4- Pelar las mandarinas. El trabajo es algo
entretenido, lo ideal es sacar la piel a los gajos y retirar las pepitas, en el
caso de que las tuvieran. Reservar.
5- Lavar los cogollos de lechuga y separar sus
hojas. Limpiar las endibias y hacer lo mismo con las hojas. Reservar.
6- Montar la ensalada y decorarla como más os
guste. Aliñar con sal, aceite y vinagre.
7- Degustar.
Y como mi carta ya
da a su fin, sólo me queda mandaros los cariños de toda esta familia que
siempre os lleva en el corazón.