Hemos tenido a tres de nuestros nietos, incluso se han quedado a dormir.
A sus padres les ha coincidido tener guardia el mismo día y nosotros, como abuelos, hemos desempeñado encantados nuestro papel.
Al día siguiente, por la tarde, se marcharon de vacaciones.
En un principio, querían ir al Sur, pero como amenazaban lluvias por todas partes, decidieron ir al Norte.
De momento parece que han tenido suerte, cuando nos llaman dicen que tienen buena temperatura y que, aunque el sol no asoma, la lluvia sigue sin aparecer. Hoy los niños estaban haciendo castillos en la playa.
También Sonsoles nos ha traído a sus dos hijos. El día de Jueves santo se ha muerto el abuelo de su marido. Era un hombre mayor, tenía 95 años. Era cofrade y, según me han contado, el entierro ha sido emocionante. La Cofradía en pleno, a la que pertenecía, le dio su último adiós con un canto prolongado hasta la llegada al cementerio. El pueblo entero, en silencio, recorría a pie una distancia de 3 kilómetros.
Su vida, de trabajador constante, sirva de ejemplo para todos sus hijos y nietos que hoy le han acompañado en su último viaje. D.E.P.
Esta Semana Santa y, debido al mal tiempo, se han tenido que suprimir varías procesiones.
Nosotros y los niños, hemos tenido la suerte de poder ver la procesión del Cristo de la Luz.
Sale por la mañana, a las 11,30 de la Capilla Universitaria del Colegio de Santa Cruz.
Es una talla preciosa de Gregorio Fernández.
La lluvia, en señal de respeto hacía el Cristo, se ocultó en una nube, en su lugar aparecieron unos rayos de sol que duraron el tiempo suficiente para que la procesión pudiese hacer su corto recorrido.
Anthony nunca se pierde esta procesión, le tiene gran devoción al Cristo.
Frente a la Facultad de Derecho, el paso se detiene y el coro universitario canta. Todo es silencio, recogimiento, fervor y admiración. Hay que estar ahí, para poder apreciarlo y sentirlo en toda su intensidad. En la distancia, yo me sentía a tu lado ¡cuánto me he acordado de ti!
Se necesitan dos bueyes de mar, tres cebollas, cinco cucharadas de salsa de tomate, una copa de coñac, ocho palitos de cangrejo, vino blanco, aceite, sal, mahonesa, perejil, un huevo cocido y dos tomates cherry.
Cocer el marisco durante 10 minutos en agua hirviendo con sal y dos hojas de laurel. Dejar enfriar. Sacar con paciencia toda la carne de los bueyes. Reservarla.
Rellenar los caparazones de los bueyes con esta mezcla, cubrir con mahonesa y decorar a gusto.
Tú, madre, tienes mucha paciencia y sé que harás esta receta, el marisco te encanta.
Cuando veas a Josep, no te olvides de darle un abrazo muy fuerte de mi parte.
Para ti, hoy te mando montones de besos.
Kasioles