
Lo había planeado
con tiempo para que pudiéramos estar todos juntos.
Años atrás, nos
reuníamos en Segovia, pero siempre el frío nos impedía dar un paseo por la
ciudad después de comer.

Es el típico Café del Norte
(inaugurado en el verano de 1861), hoy también restaurante.
Me arreglé para la ocasión, “aparqué” las
botas y volví a ponerme tacones y un vestido. Antes de salir, me miré y dije:
Si me viese mi madre, me diría que iba muy guapa y Anthony se sentiría
orgulloso de llevarme a su lado.
Valladolid nos
acogió con un reluciente sol otoñal, las terrazas estaban abarrotadas de gente
tomando el aperitivo.
Por las fechas en
que estamos, la Plaza estaba adornada con motivos navideños, el belén no podía
faltar, también había un tiovivo y un tren para los más pequeños.
El encuentro con
mis hijos ha sido de lo más emotivo, recuerdos de este tipo son los que voy
acumulando en esa mochila que llevaré siempre conmigo:
La intensidad y el calor
de sus abrazos, la ternura y el cariño que he sentido en cada beso, el brillo
de felicidad que se veía en sus ojos cuando se estrechaban los brazos entre
hermanos y sobrinos, en fin, momentos que se graban a fuego y me estimulan para
seguir mi camino.
Mentiría si dijera
que no he notado su vacío, pero mi hijo Lucho me ofreció su brazo y estuvo muy
cerca de mí todo el día. Muchas gracias, hijo mío.
Como el
restaurante tiene buena y novedosa
cocina, ello ha contribuido a que el día
fuese completo.
A Máriel, entre
todos, la llenamos de regalos.
Cuando salimos del
restaurante, ya anochecía, pero aún esperamos a que mis nietos, los más
pequeños, se subieran al tren y a los caballitos.
Me acabo de acordar
de Sindel, de la palabra que ha propuesto para esta semana: DIFERENTE y,
pensando que ese día ha sido muy diferente a otros, en todos los sentidos, me
pareció oportuno incluirla en estos versos.
FUE UN DÍA TAN
ESPECIAL…
QUE EL SOL NOS MIRÓ
DE LEJOS
Y AL VERNOS TAN
FELICES
SE AUTOINVITÓ AL
EVENTO.
ILUMINÓ CON SUS
RAYOS
LA PLAZA Y EL
AYUNTAMIENTO
LA GENTE LLENÓ LAS
TERRAZAS
DISFRUTANDO DEL
BUEN TIEMPO.
LOS QUINCE,
FORMANDO PIÑA,
NOS SALUDAMOS CON
BESOS
Y LOS NIÑOS, MUY
CONTENTOS,
SE ABRAZABAN A MI
CUELLO.
ENTRE TANTA
ALGARABÍA
SENTÍ UN VACÍO EN
EL PECHO
ME FALTABA VUESTRO
ABRAZO
LAS CARICIAS Y LOS
BESOS.
¡QUÉ DIFERENTE A
OTROS TIEMPOS!
PERO NO DESFALLECÍ,
NO ERA EL MEJOR
MOMENTO,
SUPE LO QUE DEBÍA
HACER
¡Y LOS SUPLÍ CON
RECUERDOS!
Y ahora quiero
agradecer a un amigo bloguero, que dice cocinar por afición, la idea que me ha
dado para hacer un postre que ha sido todo un éxito en la última comida que he
preparado en el pueblo. El autor se llama Juan Hernández y el postre es una
Mouse de chocolate y yogur. Os dejo el enlace a su blog por si lo queréis
visitar: https://plus.google.com/+JuanHern%C3%A1ndez/posts
Como éramos muchos
a comer, he tenido que adaptar su receta a los ingredientes que tenía para que
me llegase para todos.
INGREDIENTES: 260g
de chocolate negro, 500cc de nata líquida, 100cc de leche evaporada, 500cc de
nata para montar, una cucharada sopera de semillas de cardamomo y otra de
canela molida, una o dos cucharadas de azúcar (a gusto).
Para presentarlo,
necesitaremos también: Dos o tres yogures griegos, miel, frutos secos picados
(almendras, nueces, avellanas, etc) y unos barquillos para decorar.
PREPARACIÓN:
1- En una cazuela echar la nata para cocinar,
la leche evaporada, las semillas de cardamomo y la canela.
2- Poner la cazuela sobre el fuego y remover
para mezclar.
3- Esperar hasta que comience a hervir y
retirar del fuego.
4- Añadir el chocolate troceado.
5- Remover para que se deshaga el chocolate y
echar el azúcar.
6- Colar y reservar la preparación resultante.
Dejar enfriar.
7- Mientras, sacar la otra nata del frigorífico
y montarla.
8- Ir añadiéndola, poco a poco, a la
preparación que teníamos reservada, mezclar con movimientos envolventes.
9- Nos quedará una Mouse mucho más clara.
10- Para montar las copas o los vasitos (yo
no tenía en el pueblo), se pondrán unas cucharadas de yogur en el fondo de la
copa y, sobre él, unos hilillos de miel.
11- Cubrir con la Mouse de
chocolate y decorar con un poco de crocanti de almendras.
12- A la hora de servir, las
presenté poniendo sobre la Mouse, un poco de nata que metí en una manga
pastelera con boquilla rizada, sobre la nata puse un poco de crocanti y, a un
lado de la preparación, coloqué un barquillo de chocolate. Podéis creerme si os
digo que el postre ha sido un éxito, atractivo a la vista y delicioso al
paladar. Reitero mis gracias a Juan.
Y como ya te he
contado todo lo que pretendía decirte, ya sólo me queda enviaros abrazos y
cariños de todos nosotros que siempre os llevamos en el corazón.