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sábado, 1 de mayo de 2021

PARA TI ESCRIBO....Y HOY COMEMOS ABANICOS AL WHISKY

 

Querida madre: Llevo años comunicándome contigo por medio de estas epístolas, todavía no he perdido la esperanza de que lleguen a su destino y te transmitan el día a día de mi vida desde que te has ido.

 



Dicen que hoy es el día de la madre, pero yo sé muy bien que todos los días del año llevan implícito tanto tu nombre, como el de todas las madres que se han volcado en la crianza y educación de sus hijos.

Felicitaciones para todas.

 


Para ti he elegido esta canción de Rocío Jurado, su voz es única. 

 


 


No hay como tener empatía

 para saber valorar

la entrega del día a día

que una madre sabe dar.

 




Yo te llamaba mamá

desde que aprendí a hablar

y te lo sigo llamando

por ser madre excepcional.



 


Porque aunque lejos estás,

en mis peores momentos,

das luz a mis pensamientos

y a mi modo de actuar.

 

Fuiste el pilar de mi vida

la que velaba mi sueño

y me cuidaba de día

como un retoño pequeño.

 


                  Fuiste esa madre abnegada

que me colmó de cariño,

me educó en la ternura

e hizo de mí otra madre

que intenta seguir tus pasos

pero no llega a tu altura.

 




Con estas letras, solo pretendo agradecer todo lo que mi madre ha hecho por mí, aunque reconozco que ha sido una labor conjunta con mi padre, hoy me siento una privilegiada por haberlos tenido, él también ha sido una persona muy importante en mi vida, doy gracias al cielo por ello.

 

Y por no perder las buenas costumbres, hoy os prepararé unos ricos abanicos de cerdo al whisky.

 

INGREDIENTES: 4 abanicos de cerdo (se conocen también con el nombre de plumas), pimientas de colores recién molidas, sal, una pastilla de caldo de carne, una cucharada de manteca de cerdo ibérico, aceite, 6 dientes de ajo con su piel, 200 ml de güisqui, una cucharada rasa de romero, media cebolleta o una pequeña, 6 champiñones, un puñado de almendras, unas lonchas de jamón ibérico y agua.

 
 

 

PREPARACIÓN:

 1-Echar las pimientas recién molidas sobre los abanicos y salar ligeramente. Reservar.

 
 

2-Poner sobre el fuego una cazuela amplia con una cucharada de manteca de cerdo, los 5 dientes de ajo con piel y un poco de aceite. Dejar calentar bien el conjunto.

 


 3- Cuando el aceite está bien caliente, se van echando los abanicos para sellarlos por ambos lados.

 


 

4- Una vez bien sellados, aromatizar con la cucharada de romero.

 


 5- Desmenuzar por encima la pastilla de caldo de carne y añadir el whisky, subir el fuego para que se evapore el alcohol.

 


 6- Regar con el agua y dejar a fuego lento hasta que la carne esté tierna.

 


 7- Mientras, picar y laminar unos champiñones y cortar en juliana una cebolleta.

 

 8- En una sartén con un poco de aceite y un diente de ajo picado, poner a pochar la cebolleta cortada en juliana fina.

 

 

9- Cuando la cebolla está pochada, se agregan los champiñones laminados y se dejan hacer.

 


 10- En el momento que la carne está en su punto, se vuelca el contenido de la sartén sobre la carne.

 

 

11- Es el momento de completar el plato añadiéndole unas almendras y el jamón cortado a cuchillo. Degustar tranquilamente con un buen vino tinto, os recomiendo un Ribera de Duero.

 




 

 

Ya no recuerdo cuando hice este plato, pero lo que sí sé es que no me dieron ni tiempo a presentarlo o hacerle alguna foto de la ración, desprendía un olor… ya estaban impacientes por probarlo. El resultado ha sido todo un éxito.

 

Y ya solo me queda enviar esta carta al viento, lleva tu nombre y dirección, sé que la recibirás, mi madre es solo una: Tú.

 

Abrazos y cariños para todos los que ya estáis en otra dimensión.

 

                         Kasioles

 

domingo, 25 de abril de 2021

TRAS LA VENTANA............ TARTA DE MANGO CON QUESO

 

Querida madre: Un día más ha amanecido y sigo observando la vida tras los cristales de esta habitación. 

 



Un folio tengo por compañía, es mi fiel aliado para que pueda escribir la misiva de hoy.



Y si levanto la vista… Ahí está, vigilante, como perro fiel que me protege como el mejor servidor.

 

Es mi árbol, el que siempre veo y sé que encierra cantidad de vivencias que nunca nos podrá contar.

 



Por lo que yo he podido observar, ha sido el refugio de muchas historias de
amor, de ilusiones y deseos, de cortejos y arrumacos de unos seres alados que también sabían amar.

 




Llevo años observando este árbol y sus hábitos de vida son completamente distintos a los míos.

 


Llegando el otoño, su ropaje

 cambia de color, sus tonos

 verdes brillantes, varían del

 amarillo al marrón y cuando

 sus hojas ya no tienen vida,

 se dejan caer y arrastrar por

 un viento que azota sin

 control

 

Al quedar sus ramas desnudas, es cuando me abrigo yo, las temperaturas bajan
y tengo que protegerme de un invierno que acecha con  un  frío helador.

.

Así, desnudo y altivo, aguanta todo el invierno, parece no haber vida en su interior.               



Pero, al llegar la primavera, yo cuelgo mi abrigo y él se viste de hojas brillantes que se balancean al sol.


 





 

Imperecedero al frío

al viento, lluvia o calor

desnudo a la intemperie

resistes cual campeón.

  

Y mientras dura el invierno

desnudas tus ramas

no dan protección,

las aves dejan sus nidos

y temerosas huyen

del feroz depredador.

 

La vida retorna a tus ramas

cuando la primavera


despierta a la flor

y es entonces que revives

y te vistes de color.

 

Das sombra al caminante

y acoges nidos de amor

si mueres, ya no es en vano,

eres sustento y calor.

 

 Y ahora llega el momento de encender el horno, he visto en una revista antigua una tarta de queso y mango y me he decidido a hacerla, tengo lo necesario en la nevera.

 

INGREDIENTES:

 Una lámina de hojaldre, 2 mangos, 2 huevos, una tarrina de queso fresco, 75 gramos de azúcar, 2 cucharadas de ron y una cucharada de levadura en polvo, para adorno he usado unas cerezas en almíbar y unos gajos de mango.

 


PREPARACIÓN:

 1- Extender la lámina de hojaldre y forrar con ella un molde desmontable, pinchar con un tenedor toda la superficie para evitar que suba y meter al horno a 200 grados diez minutos, taparlo con un papel de aluminio. Pasado el tiempo, se destapa y se reserva. Mientras, hacer un puré con la pulpa de uno de los mangos. Reservar.

 


2- En un cuenco echar los huevos con el azúcar, batir hasta que queden muy esponjosos.




 3- Añadirles el queso fresco, el ron y la levadura. 


4- Agregar también el puré de mango y mezclar todo bien hasta tener una mezcla homogénea.


 

5- Rellenar con esta mezcla el hojaldre que teníamos a medio hornear y volver a meter en el horno a 200 grados con calor arriba y abajo unos 35-40 minutos.

 


6- Cuando la superficie empieza a dorarse y al pinchar un palillo sale seco, es el momento de retirar la tarta del horno. Dejar enfriar, si tenéis paciencia, y degustar esta rica ración.

 

Por hoy doy por terminada mi carta, prometo volver, aprovecho para enviaros cariños de hijos, nietos y en especial, el de vuestra

 

                                          Kasioles