Seguidores

viernes, 16 de noviembre de 2012

FLAN DE MANDARINA Y LIMA



Querida madre: Hoy he tenido a cinco de mis nietos a comer.

Acaban de marcharse y, ahora que he quedado un poco más tranquila, voy a seguir contándote otro trocito de nuestro viaje.





Cuando salimos de La Catedral, nos acercamos a la Alcazaba, se alza majestuosa en pleno centro histórico de la ciudad.
En su tiempo, fue un palacio moro que mandó construir el califa Abd er Rahman I. Era una fortaleza para defenderse de los ataques piratas, muy frecuentes en aquella época.


En la misma ladera de la montaña donde está la Alcazaba, se construyó el anfiteatro romano, se remonta a la época del emperador Augusto.


Sepultado durante mucho tiempo, se descubrió al remover las tierras para edificar La Casa de la Cultura. Actualmente se conserva el graderío, de 32 m de radio, con bastante altura y el escenario donde se hacían las representaciones teatrales.

Como era ya la hora de comer, decidimos sentarnos en la terraza de un restaurante que está justo enfrente de la Alcazaba, se llama Garum Casual, en él saboreamos un menú degustación que nos permitió probar sus especialidades.
De regreso, pasamos por la calle Larios y, en uno de sus bancos, nos encontramos con una figura humana caracterizada de periódico, me acerqué, le dejé una moneda y le dije:

¡ Fenomenal! Hizo un movimiento para darme la mano invitándome a que me sentase a su lado.


Pese a que había muy poca gente por la calle a esas horas, no me atreví, nunca me ha gustado hablar con las personas cuando no puedo ver la expresión de su cara.

Salimos de esa calle y nos fuimos en dirección al puerto, andando, andando, casi llegamos al faro.


Es un largo paseo muy acogedor, por un lado se puede ver el mar tras una alta mampara acristalada y, por el otro, hay jardines, árboles y terrazas siempre llenas de gente.


Al llegar la noche ¡qué buena temperatura hacía! Decidimos quedarnos a cenar en la terraza de uno de tantos restaurantes que hay en las callejas transversales de la calle Larios.

Había mucha animación. En una esquina, un señor mayor tocaba una conocida canción de mi juventud, era un bolero precioso.


Madre, en mi otra carta ya te comenté que Anthony no había podido venir con nosotras y, al escuchar esa música… no te puedes imaginar lo mucho que le eché en falta. Necesitaba coger su mano y sentirlo a mi lado.


Para completar, veía parejas de enamorados pasar y me sentí muy sola sin él.


En mi fuero interno me preguntaba: ¿se puede saber que hago yo en Málaga sin Anthony? En ese momento, hasta me había pesado venir con mis hijas.


Si le llego a tener al lado, me olvidaría de toda la gente que había a mí alrededor y le hubiese abrazado dándole un besazo enorme con toda la fuerza de mi corazón ¡cuánto lo quiero!


Para completar mi añoranza, apareció un señor vendiendo las típicas biznagas malagueñas, se las ofrecía a las parejas ¡qué rico olor desprendían! Volví a pensar en él y supe, con toda certeza, que me compraría una para mí, hasta llegué a ver su cara, sus ojos brillantes y su sonrisa de enamorado al dármela.


Noté que una lágrima corría por mi mejilla y, disimuladamente, la sequé con el borde de la mano.


Permanecí un rato sin hablar con mi hija Pi, la emoción me impedía articular palabra.


Y como si él, por medio de su hija Máriel, quisiera complacerme, cuando ésta regresó de la boda, me traía dos biznagas, muy pronto su aroma, perfumó toda la habitación del hotel.


Hoy me he extendido demasiado, pero no quiero acabar sin mandarte la receta de esta semana. Acabo de preparar un flan de mandarina y lima.



INGREDIENTES: Algo menos de medio litro de leche, 200 gramos de nata, 6 huevos, siete cucharadas de azúcar, medio vaso de zumo de mandarina junto con las ralladuras de lima y mandarina.



Para caramelizar el molde: 6 cucharadas de azúcar y una o dos de zumo de mandarina.


PREPARACIÓN:

1- Hacer el caramelo echando, en una sartén, el azúcar y las dos cucharadas de zumo de mandarina. Dejar que se vaya haciendo poco a poco. Hay que tener cuidado de que no se queme. Echarlo en la flanera y extenderlo hasta cubrir el fondo y paredes. Reservar.



2- En un bol grande, echar los huevos, el azúcar, la nata y la leche, batirlo todo.




3- Añadirle el zumo de mandarina y las ralladuras de una lima y de media mandarina. Mezclar con una cuchara de madera.



4- Meter esta mezcla en la flanera caramelizada.


5- Cubrir la flanera con un papel de aluminio y poner la tapa de la flanera encima, cerrar bien.


6- En una olla a presión, echar en el fondo un poco de agua, introducir la flanera (como si fuera al baño maría) cerrar la olla y, cuando salgan las rayas, contar unos 20 minutos.


7- Esperar a que se baje la presión de la olla y se pueda abrir.

8- Sacar el molde, destaparlo y dejar enfriar. Desmoldar y decorar a gusto.


9- Servir bien frío.




Es un flan que no da ningún trabajo. Yo lo hice en una olla PERFET, puede que el tiempo de cocción varíe de unas ollas a otras, de todas formas, como esto no es un bizcocho, se destapa, se mira con un palillo si está cuajado y, en caso contrario, se vuelve a cocer unos minutos más.


Acabo ya, pero no me voy sin antes dejarte un abrazo muy fuerte para que te transmita todo el cariño que siento por ti.



                  Kasioles