Querida madre:
Parte de esta carta ya la tenía escrita, te la pensaba mandar después de
Navidad pero, al tener que escribir tantas cartas a los Reyes Magos, ocuparon
mi tiempo y me ha sido imposible hacerlo. Sé que sabrás disculparme.
Cuando escribo
cartas a los Reyes, no suelo repetirme, ya me conoces, sabes que imaginación no
me falta, pero nunca he dejado de pedir un regalo para ti ¡Cuánta ilusión te
hacía abrir los regalos ese día!
Tu espíritu juvenil
era una de las características de tu encanto.
Ahora, mientras te
escribo, sólo veo difuminada tu cara, pero tu sonrisa de agradecimiento
permanece inalterable a los ojos de mi alma.
No quiero seguir,
las dos acabaríamos llorando.
El recuerdo de
todos los que ya no estáis, siempre permanece vivo en mi corazón. Pensando en
vosotros y soñando con tener a Anthony a mi lado, escribí:
LOS RECUERDOS
SOMNOLIENTOS
SE DESPEREZAN
CONTENTOS
ANTE EL FESTÍN DEL
EVENTO.
TRAS LARGA CENA EN
FAMILIA
SIENTO QUE ESTÁS A
MI LADO
TU BRAZO ABRAZA MI
ESPALDA
Y ALZAS LA COPA EN
TU MANO.
ME MIRAS…
COMO NADIE ME HA
MIRADO
BRILLAN TUS OJOS DE
AMANTE
Y ME SIENTO
SONROJADA
ANTE LAS MIRADAS
EXPECTANTES.
MAS…
¡QUÉ IMPORTA!
¿QUIÉN PONE FRENO
AL AMOR?
QUE SE ENTERE TODO
EL MUNDO
QUE AÚN NOS
QUEREMOS LOS DOS.
Y YO LEVANTO MI
COPA
BRINDANDO POR LOS
PRESENTES
LAS BURBUJAS SE
ESTREMECEN
DE EMOCIÓN POR LOS
AUSENTES.
PESE A TODO
RECIBO ESTE NUEVO
AÑO
ENTRE SONRISAS Y
LLANTO
MUCHO DEBO
AGRADECER
¡A DIOS QUE ME HA
DADO TANTO!
Por mi mente
también pasó la palabra de Sindel, la que había
propuesto para poner FIN a las semanas,
al año que terminaba.
Pensando en Anthony
y en lo mucho que lo he amado, le escribí unas letras.
No puedo, no quiero
ponerle fin a este sueño, me siento tan feliz a tu lado…
Contigo amaneció el
amor, permanecía dormido, anhelaba tu regreso, te esperaba ilusionado.
Vivamos la noche
juntos, entre luces de colores, con las locuras de ayer, suspendidos de una
nube de ilusiones.
Voy a detener el
tiempo, extasiado ha de quedarse al contemplar la pasión que se propaga en el
aire de nuestro nido de amor.
No quiero pensar en nada, no quiero que nada
ocupe mi mente y mi corazón, debo llenarlo de besos, del calor de tus abrazos y
de palabras de amor, mientras, te susurraré al oído y te diré que te quiero,
como jamás he querido.
Mañana, por la
mañana, continuaremos la noche, hagamos con ella un cuento largo, tanto, que no
tenga fin.
Y como en mis
entradas nunca puede faltar algo rico salido de mis pucheros, hoy os invito a
probar un caldo de fréjoles.
En realidad es un
caldo gallego hecho con judías verdes en lugar de grelos. Se hace para
aprovechar aquellas alubias verdes que han quedado algo más granadas en la mata
y son las últimas que se recogen.
INGREDIENTES: Un kilo de judías verdes, un trocito de unto, 400g de carne de morcillo, una carrillada con su hueso o un buen hueso de ternera con algo de carne, uno o dos chorizos (opcional), una punta de jamón, tres o cuatro patatas , agua y sal.
PREPARACIÓN:
1- Cortar los extremos de las judías verdes y
retirar algunas de sus hebras, si fuese necesario.
2- Lavarlas bien y trocearlas. Reservar.
3- En una olla grande poner todos los
ingredientes a excepción de las patatas y los fréjoles. Yo le he puesto también
chorizo. Cubrir con abundante agua y poner a cocer sobre el fuego.
4- Como para hacer un buen caldo no hay que
tener prisa, pasada una hora o algo más de cocción, se echan las judías verdes.
Dejar que siga cociendo todo junto.
5- Mientras, pelar y cascar las patatas en
trocitos pequeños. El corte de las patatas no debe ser limpio, cuando digo
cascarlas, es como si las estuviéramos rompiendo, así sueltan mejor la fécula y
esto hace que el caldo engorde, es decir que quede más espeso.
6- Añadirlas a la olla, dejar cocer y
comprobaremos que el caldo se va blanqueando.
7- Cuando las carnes estén tiernas, todo estará
en su punto. Retirar del fuego y servir.
Madre, este caldiño
te hará recordar aquellos felices tiempos.
Acabo enviándoos
besos y abrazos de todos para todos.
Os queremos.