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viernes, 12 de marzo de 2010

VISITA A TU CASA

Querida madre: Hoy he tenido que ir a tu casa. Ya llevaba varios días meditándolo, pero no me decidía, sabía que tenía que ir, pero iba demorándolo.
Necesito buscar unos documentos que todavía no he encontrado. Te lo explicaré con detalles más adelante, pero puedes estar tranquila, no tiene la mayor importancia.
Tú sabes el gran esfuerzo que tengo que hacer, cada vez que necesito ir, es superior a mis fuerzas. Llegar allí, no verte, que no estés para abrirme la puerta, que no encuentre tu sonrisa dulce y no reciba ese beso tierno y cálido que solo una madre sabe dar, me duele, me toca la fibra sensible, como dirían mis hijos.
Al fin me decidí, cogí el camino que tantas veces había hecho y durante el trayecto, me fui mentalizando para afrontar la realidad con la que me iba a encontrar. Mientras andaba, y ya en el portal, no me encontré con nadie conocido, mejor así, me he ahorrado el que me preguntasen por ti, hay veces que la gente, “araña en la herida”,sin proponérselo, y con la mejor voluntad.
Abrí tu puerta y todo era silencio, menos mal que Pi deja siempre levantadas las persianas y por lo menos había luz. Ella es la que cuida, limpia tu casa y da de comer a “Lucas.”
Me extrañó cuando entré, empujé la puerta de la cocina y abrí la del salón, pero, pese al ruido que hice, todo seguía en el más absoluto silencio.
¿Le pasará algo a Lucas? me pregunté. Me dirigí al cuarto de estar y allí estaba, sin moverse, en su jaula. Hacía mucho que no le veía, pero al hablarle, me pió, no reaccionó como otras veces, que nada más entrar ya cantaba, yo creo que ni me conoció. Está feo, le faltan muchas plumas blancas y en el fondo, lo que le sucede, es que también te echa en falta. A los pájaros, como a las personas, les gusta la compañía, el está demasiado solo, pero no debes preocuparte, comida no le falta y Pi le ha puesto dos bebederos pues, a veces, debe enfadarse y tira toda el agua.
En mas de una ocasión, he pensado que debería traerlo a casa, pero tu ya sabes que los pájaros, al igual que los gatos, no me gustan demasiado, lo que si me encantaría es abrirle la jaula y darle la libertad, pero….¿qué haría el pobre Lucas después de tantos años de cautiverio?. Si fuera otro tipo de pájaro, quizá lograse sobrevivir, pero un pobre periquito y con estas heladas….
estaría condenado a morir.
No he querido ni decirle adiós, si pudiera hablar, me preguntaría por ti, el por qué le habías abandonado y sabe Dios cuántas cosas más me diría, pero prefiere callarse, no canta, es mejor pensar que guarda todo su repertorio para cuando vuelvas.
¿Qué tienes tu, madre mía, que hasta al pájaro dejas triste por tu ausencia?.
Aunque siempre es Pi, la que riega tus plantas, hoy, como excepción, lo hice yo. Están vivas, pero comprenderás que el invierno no es la mejor estación para que luzcan preciosas, como en Junio, cuando tú te marchaste.
Si fuera una mitómana, podría decirte que el pájaro trina mejor que antes, que está muy contento, que su plumaje es espectacular, que tiene un colorido brillante, en tonos amarillos fuertes, otros más suaves y así, decreciendo, llegar al blanco. En cuanto a tus plantas, te diría que están llenas de flores, que con su aroma, perfuman delicadamente el ambiente, en fin, que tu casa es un jardín.
Si yo te dijese todo esto, me estaría pareciendo a Luis Landero (hasta hace poco no conocía su nombre), estoy acabando su novela: JUEGOS DE LA EDAD TARDÍA, y es tal la imaginación que pone en uno de sus personajes, un tal Gregorio, que el pobre, movido por las circunstancias, miente más que habla.
Su novela me ha hecho reír, todavía no la he acabado, pero su lectura tiene garra y, hasta ahora, he pasado ratos entretenidos con ella. Te la recomiendo.
Antes de cerrar tu casa, no pude reprimir la tentación de ir a tu dormitorio, todo está igual, como tú lo dejaste. Sin pensarlo, me tumbé en tu cama, en el mismo lado que a ti te gustaba dormir, quizá buscase tu calor, un abrazo, una caricia... ¡qué se yo! algo de tu fuerza y energía que me ayude a suavizar la espera y la distancia que nos separa, deseo, de corazón, la llegada de ese gran día en que podamos darnos un fuerte abrazo.
En mi otra carta te prometí enviarte la receta de la fideuá, pero hoy, no es el mejor día para hacer comiditas, lo dejaré para la próxima, espero estar más inspirada.
Este fin de semana, Máriel no ha venido a vernos, está empezando a acatarrarse y le dije que descansara. Hemos notado su falta.
Acabo ya, pero antes quiero enviarte un abrazo muy fuerte junto con el cariño de toda esta gran familia. Te queremos. Un beso. Kasioles.

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