Querida madre: Tengo la sensación de que ha pasado mucho tiempo y no te he escrito.
Solamente me he tomado una semana de vacaciones. He ido con Anthony a Madrid, estuvimos unos cuantos días. Por eso no recibiste mi carta.
Máriel y Willi nos tenían preparadas cantidad de sorpresas.
Una de ellas ha sido llevarnos a ver, al teatro de Bellas Artes, una representación de Amar en tiempos revueltos.
Sabían que yo seguía la serie, mejor dicho la seguíamos ¿recuerdas que hará tres años la veíamos las dos? A ti te encantaba y al mismo tiempo te hacía rememorar otros tiempos más difíciles, los de la posguerra.
Esta representación, se centra en la obra escrita por Salvador Bellido, cuyas ideas, contrarias a la dictadura franquista, trata de disfrazar en : El diablo bajo la cama.
La obra está bien ambientada, sobresale la figura de Cayetana Guillén Cuervo interpretando el papel de una gran actriz, el de Estela del Val, en la serie. Lo borda.
A pesar de no ser una mujer alta, con su arte es capaz de llenar todo el escenario. Mis felicitaciones para todos los actores, han logrado que el teatro estuviera completo.
Si vieras los trajes que saca…. ¡te encantarían! Volverías a revivir aquellos tiempos cuando, con la ayuda de tus oficialas, hacías maravillas con aquellas piezas de tela de diferentes colores y texturas. De tus manos salían transformadas en trajes de calle, vestidos de noche y otros de larga cola, para boda.
Madre, tus manos vienen a mi memoria, blancas, muy blancas, dedos largos, uñas cuidadas…
Como te iba diciendo, después del teatro nos llevaron por las calles y bares típicos de Madrid, hemos probado unas tapas buenísimas.
Madrid, ese Madrid que a ti tanto te gusta, estaba brillante, nunca mejor dicho, acababan de inaugurar la iluminación Navideña, ¡nadie diría que estamos pasando una etapa de crisis!
El domingo, Máriel logró reunir a todos sus hermanos y sobrinos en Madrid: celebraba su cumpleaños, ¡qué sorpresa cuando llegaron todos!
Estábamos contentos, no hay que negarlo, pero yo sé, aunque nadie ha dicho nada (seguramente por no romper el encanto del momento) que todos, en sus corazones, tenían ese vacío que deja tu recuerdo.
El que no estés con nosotros, en fechas tan señaladas, es algo a lo que todavía no nos hemos acostumbrado.
Por eso, madre, te repito: ¿Te animarás a venir en estas Navidades?
¡Qué feliz nos harías!
Como se acercan fechas tan señaladas, en las que los dulces proliferan, quiero enviarte la receta de un bizcocho que, mucho tiempo atrás, me la había dado una íntima amiga de Anthony, ahora también amiga mía, se trata de Esperancita ¿la recuerdas?
El otro día me llamó, ella la había extraviado, así que aprovecho para enviárosla a las dos.
Para hacer el bizcocho, se necesitan cuatro huevos, una taza (de las de desayuno) de azúcar, otra de aceite de girasol, dos de harina, una cucharada colmada de levadura en polvo y un molde para bizcocho untado con aceite.
Modo de hacerlo: Separar las claras de las yemas.
Poner las claras en un cuenco hondo y batirlas a punto de nieve.
Cuando están espumosas, se les añade poco a poco el azúcar y se sigue batiendo, luego se incorporan las yemas, continuar con el batido. Cuando se han absorbido bien, se añade el aceite poco a poco y, sin dejar de remover la masa, se va echando la harina mezclada con la levadura.
Yo lo aromatizo con unas ralladuras de limón o de naranja, le da un sabor especial.
Engrasar un molde redondo con agujero central, verter en él la masa del bizcocho.
Precalentar el horno a 200 grados, meter el bizcocho y bajarlo a 180, dejar, sin abrir la puerta, por espacio de una hora. Si quedase blanquecino por arriba, poner el gril unos minutos, se dorará la superficie.
Yo suelo presentarlo con azúcar glas por encima.
Anthony me está diciendo que le apetece un trozo de bizcocho, se lo daré para merendar con un cafecito.
Te dejo por hoy. Anthony me dice te envíe, de su parte, un fuerte abrazo. Recibe otro muy especial de tu hija.
Kasioles
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